A Duna. Quisque antes del desvanecimiento:
La vida me pasó como una película frente a los ojos
Miedo. Miedo al vacío que se ha creado. Miedo a esos libros llenos de palabras desconocidas. Miedo al mundo ficticio que tira de él hacia el interior de las estanterías. Quisque se flexiona, intentando protegerse. Primero los brazos, luego las piernas. La espalda se arquea y la cabeza la acerca al pecho. Se tapa la cara con las manos. Ya no tengo miedo, se dice.
Los miedos son rojos. De un rojo brillante que se transforma en azul, cuando se abren ante el tiempo. Roja era la entrada de aquel hombre durante las noches de infancia. Rojo el olor que desprendía el saco donde guardaba a los niños. Roja la sangre que salía a borbotones cuando les sacaba el hígado o el corazón. Rojo el dinero con el que le pagaban los órganos. Y azul todas las lágrimas con las que Quisque se defendía del Hombre del Saco.
Quisque se incorpora, se estira y se plancha el traje con la mano. No eres ningún niño, se recrimina. El Hombre del Saco ya no existe. Se lo llevó padre en su viaje a Zaragoza. Quisque intenta convencerse, pero el color rojo no desaparece. Tiene miedo de revisar sus miedos. Se tiene miedo a sí mismo. Por su mente pasan los motivos que le arrojaron al viaje: el bar, el aburrimiento, el amor, la incomprensión, el pasado… Todos son rojos y el cielo es azul.
Dentro de la librería no hay azul. No hay defensa.
Me encanta el "miedo rojo".
ResponderEliminarTambién Quisque temió al "hombre del saco". Está visto que compartimos muchos los miedos infantiles. Ese mal hombre era un ogro en mi infancia.
Busquemos los azules, Quisque, que yo también los tengo perdidos.
Quisque, el hombre del saco... sí existe.
ResponderEliminarIsabel, el miedo rojo es peligroso, sobre todo en Bolonia, la ciudad roja. Pero eso es otro cantar. El azul de unos ojos puede salvarnos de todo.
ResponderEliminarQuisque conoció al hombre del saco: tenía una moto y bebía vino peleón. Su cara y su moto eran rojas.
Salud
Thornton, era mi vecino. Pero en Bolonia hay muchos hombres del saco. Visten ropas elegantes, gafas de sol y desean ir a vivir a Milan o Florencia. Por eso son más peligrosos: no están cómodos en la ciudad y necesitan medrar.
ResponderEliminarQuisque parece que se va recuperando
Salud
Me gusta el color azul.
ResponderEliminarEl que canta, sus miedos espanta...
ResponderEliminarMadison. Tú eres azul.
ResponderEliminarQuisque
Dyhego, a Quisque no le ha dado tiempo a cantar, al menos en la librería. Recuerda que cuando tuvo miedo en el avión cantó la Estatua del jardín botánico de Radio Futura. Ahora sería algo así como: ¿dónde estabas entonces, cuando tanto te necesité? Nadie es mejor que nadie pero tú creíste vencer... y caput, al suelo.
ResponderEliminarSalud
He venido hasta tu blog de la mano de Isabel, confieso que estoy sorprendida. Me encanta tu manera de redactar, tu suave e inocente forma de hilar el texto para contarnos mil cosas entre líneas. Me gusta Quisque, y como cuenta sus vivencias. Ha sido un verdadero placer. Volveré.
ResponderEliminarTe revelaré un secreto: en Murcia, en pleno centro, le han dedicado una plaza a nuestro nexo, es la plaza de Santa Isabel, todo un referente.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, por tu mirada y por el cielo azul de Andalucía. Quisque aún no tiene casa, pero te invita a volver.
Salud
¡Toma ya, que me habéis santificado! Uf.... Mejor el Ángel de la Fama de esa plaza. Aunque sin fama, por supuesto.
ResponderEliminarPero cómo os quiero, "maere mía".
miedo, ¿que es el miedo? (espero recibir respuesta nada mas y nada menos que de Quisque un buen hombre, o eso parece)
ResponderEliminarHola Isabel, sí, te hemos santificado, espero que no te moleste.
ResponderEliminarSalud
Quisque cree que el miedo es un lugar entre la imaginación y el dolor. El miedo es algo irracional. Quisque lo ha sentido en el blog, cuando piensa que no importa a nadie, cuando imagina que se pierde por Bolonia y no puede pedir ayuda, cuando piensa que su opinión es ridícula. Quisque es un miedoso porque no le gusta el dolor físico ni intelectual. Un "caguetas", vamos.
ResponderEliminarGracias por tus palabras aquí y en el otro post de Quisque, allí por tus no palabras.
Con anónimos como tú a Quisque se le quita el miedo y le apetece cerveza.
Lógico, ya he dicho que Quisque y yo somos del mismo sitio.
ResponderEliminarAdoro el azul, y muchas veces el rojo me atenaza.
Lo asociamos con la violencia, con los temores ancestrales, y sobre todo es el miedo a la sangre.
Pero Quisque y yo , nos relajamos y nos abrimos con el azul. Tenemos un alma azul mar, azul cielo, azul beso...
Gracias, muchas gracias.
Besos de color azul