Imaginemos por un momento que el Fumador nunca fue a la casa de Gatsby, imaginemos también que una tarde de lluvia, amparado por un brasero y unas enaguas de punto, el fumador comenzó a leer un libro de George Perec “Je me souviens” (Me acuerdo de...) ahora imaginemos (es lo último que hay que imaginar) que el fumador ha comenzado a escribir en un folio lo siguiente:
Me acuerdo del olor a leña en el horno de mi abuela y los bocadillos de aceite y sal que luego me preparaba. Me acuerdo de una tarde con los pies colgando sobre un puente de Amsterdam donde un tipo cantaba “Let it be” de los Beatles y el sol era amable. Me acuerdo, sobre todo me acuerdo, de aquel primer beso en una callejón oscuro y del sonido que producían mis pasos al volver a casa mientras un tipo tocaba con el acordeón la canción del padrino. Me acuerdo del sabor que tenían los geranios y la forma en que el agua se desbordaba de ellos cuando mi madre los regaba. Me acuerdo de mi abuelo antes de volverse un tipo solitario y triste. Me acuerdo de ti y de las noches que decías nunca más. Me acuerdo de ese sabor que tenía la vida cuando bebía con algún amigo en las barras del mundo e intercambiábamos secretos y humo de cigarrillos. Me acuerdo de aquel primer concierto, de los nervios del primer concierto, de todas las primeras veces de todo cuanto he hecho en la vida. Me acuerdo de....
Me acuerdo del olor a leña en el horno de mi abuela y los bocadillos de aceite y sal que luego me preparaba. Me acuerdo de una tarde con los pies colgando sobre un puente de Amsterdam donde un tipo cantaba “Let it be” de los Beatles y el sol era amable. Me acuerdo, sobre todo me acuerdo, de aquel primer beso en una callejón oscuro y del sonido que producían mis pasos al volver a casa mientras un tipo tocaba con el acordeón la canción del padrino. Me acuerdo del sabor que tenían los geranios y la forma en que el agua se desbordaba de ellos cuando mi madre los regaba. Me acuerdo de mi abuelo antes de volverse un tipo solitario y triste. Me acuerdo de ti y de las noches que decías nunca más. Me acuerdo de ese sabor que tenía la vida cuando bebía con algún amigo en las barras del mundo e intercambiábamos secretos y humo de cigarrillos. Me acuerdo de aquel primer concierto, de los nervios del primer concierto, de todas las primeras veces de todo cuanto he hecho en la vida. Me acuerdo de....
Ahora el fumador ha dejado el folio y sin volver a leerlo se ha arropado con las enaguas en este día de frío y de lluvia, en este invierno que no perdona y le ha surgido la duda. ¿De que os acordáis vosotros?
¡Qué pregunta! Pues... Me acuerto de las tardes de los domingos lluviosos, cuando mi padre nos proponía, a mí y a mis tres hermanos, jugar a las cartas; me acuerdo de lo bien que olía el arroz con higadillos de pollo que hacía mi abuelo; me acuerdo de las noches de verano jugando hasta la madrugada al escondite mientras destrozábamos los trigales; me acuerdo siempre de cosas buenas, las malas me hacen daño.
ResponderEliminarUna entrada hermosa.
Hasta pronto.
Bonitos recuerdos Mercedes, me encanta ese de "Jugar en las noches de verano..." que sabor tenía el verano cuando eres un crio ¿Verdad? sobre todo las noches...
ResponderEliminarGracias por compartirlos con nosotros.
Un fuerte abrazo.
Fumador
En un día humedo y lluvioso como el de hoy, me acuerdo del calor del brasero amparado por mi abuela, mi Tete, me acuerdo de sus risas, de sus saludos corteses en correspondencia a los que oía en el Telediario, de sus risas, de sus miradas cómplices ante las regañinas de mi madre por haberme dado el pan con aceite y sal que le pedía en vez de la tortilla francesa, de sus risas, de los tres mosqueteros que nos emocionaban con Dartagnan (¿se escribe así?) al frente, de sus risas, de los desfiles de la familia Telerín mientras la casa se llenaba de olor a hervido, de sus risas, siempre de sus risas.
ResponderEliminarFumador, eres un bribón bueno. Nos das buenos recuerdos y nos los sacas también.
(Mira en la cursiva, cuarta línea: "amble". El teclado se tragó la "a". La verdad es que a quienes nos gusta escribir deberíamos aprender mecanografía sin erratas, aunque me temo que es imposible no cometer alguna)
Me encantan tus recuerdos Isabel, y esas risas...tuviste una infancia feliz y eso se nota ahora, en tus palabras. La verdad es que la relación con los abuelos es algo muy grande. Esa complicidad, la ternura que hay en sus miradas...
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir tus recuerdos. Dartagnan o Dartacan ¿Qué importa? lo importante es recordarlo, haber disfrutado con él. (a mi el cardenal Richelie me daba un miedo atroz) jeje.
Un abrazo muy fuerte amiga.
pd. La errata ya está corregida, gracias por el aviso a veces mi vista va más rápida que mi mente.
Culturajos: llego a tu blog a través del de Mercedes Pinto y atraído por ese "Je me souviens" me encuentro esta preciosa entrada llena de recuerdos.Es este de la memoria un tema fundamental en mi escritura. Hace unos mese me publicaron en Calambur un libro titulado "Me acuerdo". Ya te puedes imaginar de qué va.
ResponderEliminarHace un mes inauguré bitácora www.eljuegodelataba.blogspot.com, donde -entre otras muchas cosas- voy desgranando poco a poco esos recuerdos. Un par de ejemplos: Me acuerdo de las cajas de zapatos donde guardaba los gusanos de seda y su milagrosa metamorfosis. Me acuerdo de las cortinas hechas de tiras de chapas aplastadas, inútiles parapetos contra las moscas y el calor.
Y hará un par de semanas, fíjate en la casualidad, pubiqué en el blog un artículo titulado "Elogio del brasero y la badila", muy en la onda de estos recuerdos tuyos.
Te invito a que lo visites y me des tu opinión.
Un saludo.
Elías
Me acuerdo del pelo húmedo, echado hacia atrás y con surcos paralelos, casi perfectos. Recuerdo el peine incrustándose entre dos líneas y separando el pelo, a derecha e izquierda. Recuerdo el flequillo hacia atrás, el pelo pegado a la piel, detrás de las orejas y esa humedad que escurría gotas de agua cuello abajo. Seguro que aquel día también era domingo y había que ir a misa.
ResponderEliminarUn abrazo fumador.
Quisque
Hola Elias, ¡vaya una casualidad! Ahora mismo voy a pasearme por tu blog a espiar tus recuerdos...jeje.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus recuerdos y enorabuena por el libro. Ahora me paso por tu blog y te sigo hablando ahí.
Un abrazo.
Fumador.
¡Qué bueno Quisque! jaja. La verdad es que yo también tengo ese recuerdo...eramos unas marionetas de nuestras madres, algo que podian adornar a su gusto. jeje. Ahora mismo te estoy viendo con el pelo pegado a la piel camino de misa. jeje.
ResponderEliminarGracias por ese recuerdo.
Un fuerte abrazo.
Fumador.
Bellos recuerdos, yo tengo tantos que los voy desgranando en el blog, en uno de los apartados, mas que nada porque vuelvo a habitarlos durante un rato y me niego a olvidarlos. gracias por esta mirada atrás, tan hermosa. un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras Suso. Pasaré de nuevo por tu Paraiso para ver esos recuerdos. Ahora sólo atino a decirte que ¡Enorabuena por tu sobrina! Seguro que va a ser la fuente de bonitos recuerdos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo amigo.
Fumador
Ahora mismo me acuerdo de cuando vi nacer a mi primer hijo. Aunque la emoción es la misma con los demás, ya no es lo mismo. No sé. Lo recuerdo cuando salía del vientre de su madre, tan tierno, tan indefenso, tan mío...
ResponderEliminarsalu2.
Con la lluvia me acuerdo de los truenos que retumban en mi casa del Pirineo, la lluvia tremenda y las montañanas que parece que van a caérsete encima. Pero qué fuerza, que intensidad, que agradalbe siempre la lluvia.
ResponderEliminarDyhego, las primeras veces de todo es lo que mejor se recuerda, ese miedo a lo desconocido... Seguramente esos hijos también te han producido buenos recuerdos después de su nacimiento. Gracias por compartirlos.
ResponderEliminarSaludos.
Fumador
Hola Ramon. Yo también adoro a la lluvia, es como ver purificarse la vida. Todo gris, las calles para ti solo y las montañas como dices que parece que van a caérsete encima. Pero que buen olor queda después de la lluvia en los montes. En mi pueblo, cuando termina la lluvia salimos a buscar caracoles.
ResponderEliminarGracias por ese recuerdo.
Saludos.
Fumador
Me acuerdo de los mixtos de trueno.
ResponderEliminarMe acuerdo de ir los miércoles a por los tebeos.
Me acuerdo de ir con mis hermanos al cine.
Me acuerdo de ver jugar a Di Stéfano.
Me acuerdo de los Tres Mosqueteros.
Me acuerdo de jugar a los petos.
Me acuerdo de los libros de Julio Verne.
Me acuerdo de don Salvador, mi maestro.
Me acuerdo de mis yayos.
Me acuerdo de Rita Pavone.
Me acuerdo de las clases con mi padre.
Fumador, qué tecla has tocado. Un abrazo.
Bonitos recuerdos Thornthon, todos ellos de la infancia tan querida... Muchísimas gracias por compartirlos con nosotros.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
una vez me desperté oliendo a verano, olia como al plástico de un flotador que tenía cuando era pequeño y aún no sabia nadar, cuando iba a la playa en el cuatro latas de mi padre.
ResponderEliminarSaludos de uno que estuvo contigo en ese puente!
HB
Querido anónimo HB, me gusta ese recuerdo de verano infantil. Y sí, compartimos ese recuerdo del puente de Amsterdam, y el de confidencias en la barra y muchísimos más que ahora recuerdo con cariño.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo anónimo HB.
Fumador.
Culturajos todos tenemos recuerdos de nuestra infancia como los que te han descrito pero yo sobre todo me acuerdo de los recuerdos que nunca fueron porque como leí en un libro de Federico Moccia 'no amo más que a las rosas que no cogí'
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