lunes, 23 de noviembre de 2009

Domingo de zapatos tristes

Hay personas que siempre están tristes y que al mirarlas esa tristeza parece contagiarte de una especie de frío. Yo conocí a un hombre triste. Lo conocí una mañana en la autovía mientras pensaba en mis cosas. Sucedió que lo encontré allí, caminando de espaldas a los coches, esperando una muerte segura. Nunca pude ver su rostro. No lo hice porque llevaba una gabardina blanca con capucha. Pero al verle allí, en mitad de la autovía, me embargó una gran tristeza. Di un volantazo para no llevármelo por delante y seguí mirando por el retrovisor. Sentí miedo, miedo al pensar en la proximidad de la muerte, al pensar que podía haber sido yo el que pusiera fin a su vida. Ni siquiera sabía su nombre y estuve a punto de matarlo. Pensé que la vida no es siempre agradable para todos, que hay personas que necesitan caminar por la autovía para poner fin a su existencia. Un amor desgraciado, unas deudas que nunca podría pagar, o simplemente la desgana por vivir. Nunca sabré los motivos que empujaron a ese hombre a tomar esa determinación. Si yo hubiera sido el causante de su muerte posiblemente ahora andaría por la autovía esperando el final . Si no hubiera podido esquivarlo quizás aquella persona me lo hubiera agradecido pero yo no quería ser cómplice de eso. Poco a poco lo fui dejando atrás bajo esa estela gris que a veces nos envuelve y llamé a los servicios de emergencia. No me dejaron hablar, me preguntaron si llamaba por lo del hombre de la autovía. Dije que sí y me comunicaron que una patrulla de la guardia civil se dirigía al lugar. Después se creó un silencio incómodo y yo seguí conduciendo durante toda la mañana. Al llegar a casa busqué en la prensa alguna noticia sobre aquel tipo, indagué en los hospitales y volví de nuevo al lugar del encuentro en busca de alguna mancha de sangre o algo que me indicara cual había sido el final de aquel tipo. No encontré nada. No había sangre, los periódicos no lo mencionaban. En los hospitales no tenían constancia de aquello. Nadie sabía nada. Ahora que ha pasado un tiempo y pienso en aquello no encuentro ningún motivo que justifique terminar así con la vida. Tengo ganas de vivir, los tengo desde que aquel hombre me mostró la cercanía de la muerte, desde que me hizo cómplice de su tristeza. Siempre que paso por aquel lugar me pregunto dónde estará el hombre que bailaba con la muerte.

12 comentarios:

  1. Quizá solo ponía a prueba su suerte. O buscaba, bajo la mascarada del destino, alguna razón para vivir.

    La gente triste y con los ojos cargados de dolor y experiencias, suele ser la más interesante. Almenos para mi.

    Saludos ponzoñoso :)

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  2. Pues yo creo que la gente triste espanta a la gente. Todos tenemos agonías y si las fuésemos pregonando a diestro y siniestro...
    Un saludo.

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  3. que cosas...diarios de volante.

    te has puesto malo del intestino alguna vez conduciendo?

    Saludos.

    hb

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  4. Hola Amigos.
    Goonie, estoy contigo. Creo que aquel tipo dejó en manos del destino el final que le aguardaba... pero nunca sabré cual fue el resultado. Yo sentí imantación por ese tipo, lo siento por todos los ojos tristes que me cruzo. Sí, colecciono ojos tristes, lo hago mientras paseo, mientras duermo, mientras me la casco. Lo hago en todo momento y siempre con Miles Davis de fondo porque el siempre fue muy triste. ¿tu también los coleccionas?
    Humeantes abrazos.

    Dyhego, creo que la tristeza debe ser algo que se exprese, que no se debe guardar porque si no todos acabariamos viviendo en una realidad de falsa felicidad. Creo que todos tenemos derecho a estar tristes y a lanzarnos a la calle para soltarla por los cuatro costados. Seguro que cuando lleguemos a casa nos sentiremos mucho mejor. De todas formas respeto tu opinión.
    Un saludo.

    Estimado Señor HB, es bien conocida la noticia que siempre tengo problemas estomacales, en especial cuando conduzco. Quizás algún día me llene de valor y desvele en este espacio aquel trágico suceso. De momento prefiero que permanezca en el anonimato. Por cierto...¿Tienes un omeoprazol?
    Un abrazo.

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  5. Yo colecciono ojos que me hablan, sí. Pero también colecciono esas muecas torcidas que brotan cuando arrancas una sonrisa a alguien triste. Y lo que más me gusta coleccionar son pedacitos de corazón de la gente que ya no lo quiere, eso es un tesoro.

    Saludos venenosos.

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  6. hay ojos que nunca pudes secuestar y ojos que te secuestran. Yo colecciono lágrimas, si las mezcló con tus trozos de corazones y les echamos ajos tiernos tendremos a la persona perfecta o tal vez una sabrosa receta de cocina...
    Humeantes saludos.

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  7. esto es bazofia si komo ven es bazoofia escoria basura me da zueño a esos seguirores del digo ...esto ..es una broma es lo mejor ke e leido lo mas ermoso del mundo asta llore por ello y ni krei ke yo pueda ver las cosas de otra manera al principio krei ke era un a broma pero aora se lo ke es..

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  8. que buena reflexión!

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  9. Excelente reflexion... yo mas o menos pongo mi vida a la suerte no de esa manera pero descuidandome..

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  10. Quién conoce el corazón de alguien esta lleno de sabiduria.
    en mi vida me he cruzado con personas que buscaban partir,una vez encontré a un hombre acostado en la linea del tren esperando aquello,logré sacarlo.
    otra noche de año nuevo,faltando minutos para darse el abrazo me dirijia a dicha celebración,iba tarde,me perdí una cena de esas que se preparan esas noches pero al querer cruzar la linea ferrea diviso desde lejos a un hombre
    sentado en los rieles ,pensé será una trampa para robarme,cruzo por otro lado??pero mi corazón me guió hasta él,hablamos un rato,me explicó por qué había tomado esa desición,en ese momento quién era yo para jusgarlo??,valentía o cobardía (de él) se puso de pié,desistió y nos dimos aquel abrazo de Año nuevo,creo que para él fué un abrazo de vida nueva.Cuando llegué al lugar donde me esperaban,nadie entendió mi atrazo.
    Aparte de esas dos historias verdaderas existen varias mas.

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  11. Quién conoce el corazón de alguien esta lleno de sabiduria.
    en mi vida me he cruzado con personas que buscaban partir,una vez encontré a un hombre acostado en la linea del tren esperando aquello,logré sacarlo.
    otra noche de año nuevo,faltando minutos para darse el abrazo me dirijia a dicha celebración,iba tarde,me perdí una cena de esas que se preparan esas noches pero al querer cruzar la linea ferrea diviso desde lejos a un hombre
    sentado en los rieles ,pensé será una trampa para robarme,cruzo por otro lado??pero mi corazón me guió hasta él,hablamos un rato,me explicó por qué había tomado esa desición,en ese momento quién era yo para jusgarlo??,valentía o cobardía (de él) se puso de pié,desistió y nos dimos aquel abrazo de Año nuevo,creo que para él fué un abrazo de vida nueva.Cuando llegué al lugar donde me esperaban,nadie entendió mi atrazo.
    Aparte de esas dos historias verdaderas existen varias mas.

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