- Mi sargento, mire a la derecha, detrás de ese coche. ¿Ha visto lo mismo que yo?- El guardia Fernández intentaba impresionar al sargento en su primera semana juntos, acababa de salir de la academia y estaba en un periodo de prueba. Aquel era su primer servicio especial y estaba tan ansioso que le parecía encontrar peligros por todos lados.
- No haga caso Fernández. ¿Ha mirado el reloj? Llegamos tarde y no podemos entretenernos en pequeñeces. Quizá otro día para sorprenderme puede hacer un informe de cualquier hallazgo casual, puede incluso detener a los traficantes de armas más importantes del mundo aparcados en el arcén de la carretera, pero hoy no es el día: tenemos trabajo.
- Pero es que hay dos curas sosteniendo un cuerpo por los brazos y las piernas- lo decía volviéndose en su asiento para poder ver la escena mejor- Ahora lo están dejando en el arcén. Tiene la cara ensangrentada y no podemos dejar que suceda como si nada.
- No me digas lo que tenemos que hacer. Aquí el jefe soy yo y si digo que no ha ocurrido nada y que tú no has visto nada en el arcén de la carretera es que no hay nada que ver. Y ahora te giras y miras hacia delante.
Muy bueno, me he reido un bueno rato.
ResponderEliminarJajajaja.
Goonie. Tu risa me hace fuerte. Este texto pertenece al proyecto que poco a poco irá tomando forma en el blog. Una historia que pretende no-velar nada. Sigue riendo y huyendo. Por cierto, saludos de Quisque desde el aeropuerto.
ResponderEliminarHola Claudia. Perdón por mi impericia mental, pero no comprendo tu comentario. Por favor, dame más pistas o crearé un cuento para explicármelo.
ResponderEliminarGracias por la intriga.
Quisque seguirá adelante con su proyecto no-velar
He leído, he sonreído, y he terminado el relato mirando la pantalla fijamente por si veía aparecer a los curas llevando el cuerpo ensangrentado. No te pregunto cómo debo interpretarlo, eso ya intentaré hacerlo yo. Pero de momento estoy en ese momento generador de uno no sabe exactamente qué. De conocer aquello que los críticos llaman el imaginario del autor. Un saludo.
ResponderEliminarSeñor Eastriver. Te llamaré señor por respeto a lo que leo en el blog del Hablador. Este texto forma parte de un proyecto. Hasta ahora solo hay dos entradas. Pero me agrada que una palabra mía altere de algún modo tu pensamiento.
ResponderEliminarMe agrada y me enorgullece.
Un saludo.