lunes, 28 de diciembre de 2009

El coleccionista de bolígrafos rojos

Saco el móvil para llamar a María y decirle que no me espere para comer.
- María, oye no me esperes para comer que aquí tengo para rato. Sí, ya sé que te dije que hoy no empezaría a trabajar pero es que tendrías que ver a mi nuevo jefe. Es un vejestorio amargado que huele a rancio. Ahora mismo me ha mandado actualizar una gran columna de papeles que a nadie le importan pero creo que voy a pasar de...

Siento una respiración agitada en mi nuca y una estela de sudor frio baja por mi espalda. Le cuelgo a María y me quedo inmóvil sin atreverme a darme la vuelta. Al fin lo hago y me topo de frente con el aliento de Don Fulgencio Colmenero.
Esto es el fin, pienso, este ha sido el trabajo más corto de mi vida. Este tío tiene pinta de ser muy rencoroso y seguro que me echa a patadas por todo lo que acabo de decir, o pero aún... mira que cara de loco tiene. Este me mata y me encierra en una de estas habitaciones donde jamás seré encontrado. Me perderé en el olvido y cuando todos se cansen de buscarme archivaran mi caso mientras Don Fulgencio Colmenero explota a otro desesperado como yo en encontrar trabajo.
Don Fulgencio Colmenero rebusca algo en su bolsillo y se vuelve a escuchar aquél tintineo estridente. Al sacar la mano cierro los ojos esperando lo peor.

¡No Don Fulgencio! Le prometo que ha sido un malentendido, no volverá a suceder....
Entonces escucho sus gruñidos. Don Fulgencio Colmenero sostiene un bolígrafo rojo.

- Disculpe, con las prisas he olvidado decirle algo de suma importancia. En este instituto el único color que está permitido utilizar al personal contratado es el rojo. Tome este y para el próximo día intente traerse el suyo pues no estamos aquí como para ir regalando bolígrafos al primero que entre...

Siento un gran alivio al comprobar que aquel vejestorio no ha escuchado nada de lo que he hablado con María. Se aleja de nuevo hacía la puerta pero esta vez se detiene en seco.

- Por cierto, ¿Podría entregarme ese teléfono móvil que esconde en el bolsillo derecho? En el instituto Eduardo Asquerino está terminantemente prohibido su uso- Saco el móvil del bolsillo y se lo entrego sin rechistar, como cuando eres pequeño y temes recibir un enorme castigo si no obedeces lo que te ordenan- También le cerraré la puerta con llave. No se lo tome a mal, pero creo que es la única forma de que no se distraiga. Si necesita hacer sus necesidades encontrará un orinal bajo la mesa. Antes de marcharse a casa lo saca usted y lo vierte en el retrete pues yo no pienso andar tocando sus desechos ¡Por el amor de Dios!

Se marcha cerrando la puerta. El movimiento de la llave en la cerradura produce un ruido metálico y triste, después escucho sus pasos alejándose por el pasillo y lo imagino caminando con sus pies diminutos, como levitando por las oscuridad de aquellas viejas aulas.

La habitación está en silencio y a oscuras. La luz del flexo sólo ilumina el escritorio, parece como si lo hubieran colocado de manera simétrica para ser absorbida por la montaña de papeles pendientes dejando en penumbra el resto de la habitación. Me imagino a Don Fulgencio Colmenero colocando aquella lamparilla, estudiando con su mirada de topo que posición es la más correcta para que no me distraiga mientras sostiene una maléfica sonrisa y piensa “A este instituto sólo se viene a trabajar, no están permitidas las distracciones”
Pero aquello no le serviría de nada a Don Fulgencio Colmenero, porque ahora mismo voy a coger la lamparilla y me pondré a inspeccionar aquel cuartucho.
Es inútil, el flexo está atornillado a la mesa y esta a su vez atornillada al suelo. Es imposible moverlo, aquella luz estática ha sido creada únicamente para alumbrar el escritorio y la gran cúspide de papeles que hay encima. Vuelvo a imaginarme a Don Fulgencio Colmenero atornillando la mesa iluminado por aquella luz que solo obedece sus órdenes y esta vez sonriendo a carcajadas mientras dice “no ha existido criatura en la tierra que venza a Don Fulgencio Colmenero”.
Me embarga un gran temor. Deseo salir de allí pero no puedo, la puerta está cerrada y todo está a oscuras. Aunque consiguiera escapar de aquella habitación no sabría como encontrar la salida, no dispongo de la linterna y tampoco conozco aquellos pasillos laberínticos. Empezaré a trabajar y quizás, cuando termine de poner al día aquellas cuentas podré salir de allí y no volver jamás.
Me acomodo en el respaldo de la silla observando todos los papeles por revisar. Desde 1985 hasta 1992 todo está en orden. Avelino, el antiguo contable de Don Fulgencio había realizado una labor brillante pero a partir de ese año las cuentas comenzaron a sufrir repentinos cambios y varias incoherencias. Leo detenidamente aquellos documentos y subrayo con el bolígrafo rojo todos los vacios legales que voy encontrando para que una vez revisados todos los libros de cuentas empezar de nuevo arreglando aquel desastre. Cada vez que levanto la vista me recorre un escalofrío al ver aquella habitación sin formas que se abre ante mí. Seguro que está lleno de ratas, pienso, y sigo con el trabajo.
No podría decir el tiempo que he pasado revisando papeles. Nunca me ha gustado llevar reloj y en aquella oscura habitación, sin un sol que indique el fin del día, es imposible saber en qué momento estoy. Podría haber estado cinco minutos revisando papeles o tal vez tres horas, es imposible saberlo. De repente escuchó la cerradura de la puerta. Alguien ha entrado a la habitación. Sus pasos son lentos y un olor a marihuana y a perfume de fresa inunda la habitación, pero es imposible asociar una imagen a aquellos aromas.

- ¿Te importa si fumo?-dijo aquella sombra. Era una voz de mujer

15 comentarios:

  1. Al final del capítulo anterior, la tensión la rebaja la aparición del móvil. Un móvil te permite llamar a tu madre o a la policía. En éste capítulo ya se lo has quitado. Inmovilizado. Pobre contable.

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  2. Para que luego digan que el trabajo de contable no es arriesgado...

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  3. Thornton agradezco tus palabras así como el hecho de que hayas abierto de nuevo tu club.
    Ahora el contable no puede comunicarse con el exterior y Don Fulgencio le ha encerrado bajo llave, aunque a pesar de todo no parece que vaya a estar tan solo...
    Un abrazo y nos vemos por tu barra.
    El fumador.

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  4. Este en concreto sí, Madison, este va a ser bastante arriesgado...
    Muchas gracias por tus palabras y excelente la recomendación de Berger, el café de hoy.
    Humeantes saludos.
    El fumador

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  5. Me lo estoy pasando genial con tu relato.
    Me alegre mucho saber que te gustan mis recomendaciones.

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  6. Ohhhhhh!!! aroma embriagador de mujer... como sabes donde pegarme cabroncete!!!!! solo le falta alguna birra, jijijiji. Un abrazo y, para no variar, nos vemos en los bares.
    El potro de la venta del pino.

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  7. Mujer, tabaco, puerta que se abre... Asoma la vida.

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  8. Muchas gracias Madison por tus palabras y enorabuena de nuevo por tus cafés.
    un abrazo.
    El fumador.

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  9. Dale tiempo al contable, a lo mejor se encuentra alguna birrilla por la habitación o la dama que acaba de hacer aparición le invita a un coñac...jeje, muchas gracias por tus palabras grandisímo Potro. Un abrazo y como me dices siempre: NOs vemos en los bares.
    Un abrazo.
    El fumador.

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  10. Ramón, creo que el contable se merece un pequeño respiro, algo que alivie la tensión que está viviendo, como una luz al final del tunel...
    Muchas gracias por tus palabras.
    Un fuerte abrazo.
    El fumador.

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  11. Ay, Fumador, que el contable ya está posesionado del bolígrafo rojo y desposeído del móvil. ¡Qué cosa más terrible! Y siguen las tinieblas. Veremos la continuación, que me tienes en ascuas, pero sálvame a ese contable.
    Un besazo muy grande.

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  12. Un día recibí la visita de un tipo triste que paseaba por mundos flacos y vacíos. Mi mundo ha estado demasiado tiempo vacío. Ahora,mucho tiempo después, vuelvo del exilio y lo encuentro coleccionando bolígrafos rojos junto a un tal Quisque.

    Un placer haber venido a parar aquí.

    Saludos

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  13. Hola Isabel, al contable lo han dejado vacío, sin un móvil que le de luz en aquella oscura sala...pero parece que ha recibido la visita de alguién con olor a Marihuana y chicle de fresa que como una fresca brisa le dará nuevas esperanzas al contable.
    Muchísimas gracias por tus palabras.
    Un abrazo muy grande amiga.
    El fumador.

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  14. Miguel, me alegra de que hayas vuelto del exilio. Por aquí también tenemos historias tristes y otras no tan tristes, mundos flacos y fantasiosos así com otros tan reales que duele soólo con mirarlos. Ponte cómodo y sientete como en casa, para nosotros es un placer tenerte por aquí.
    Muchas gracias por tus palabras.
    Saludos.
    El fumador.

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  15. Espero verte en papel... un saludo desde mi blog de "libros". Frid

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