He dado un paso a la derecha,
hacia la mesa y las sillas de anea,
el brasero de carbón bajo la mesa
y las tardes de domingo.
Quiero ver el sol que nace,
a Cassius Clay o a Mohamed Ali,
leer por primera vez a Borges
en la terraza, bajo el sol
que ya es de mediodía
y no calienta como en las tardes de invierno.
Sentir el doce a uno contra Malta
y el fallo de Arconada ante Platini,
la caída del Muro como si fuese hoy.
Quiero dar un paso hacia oriente
y besar de nuevo a Lesbia
o ver una teta en una de Ozores.
Salir para no hacer nada
de esta habitación sin recuerdos,
con los libros de primaria,
jugar al tenis hasta que anochece,
como anochece hoy,
que abro la puerta de mi casa,
la única casa que he tenido,
y miro hacia adentro
y ya no me veo
ni en la lumbre ni en el espejo
ni en el patio ni en los tejados.
Quisiera dar un paso hacia la derecha,
pero la izquierda me acucia,
la izquierda y el poniente,
el poniente y el ocaso
donde los deseos se convierten
en recuerdos, una tarde de domingo.
Hermoso poema.
ResponderEliminarNo sé, me ha recordado a los poemas de Andrés Trapiello, aquellos en los que recuerda su infancia en su pueblo de León
Un abrazo,
Gonzalo
Gracias Gonzalo.
ResponderEliminarYo soy poco lector de poesía, por eso he obligado a Quisque a que lea estas líneas. Hasta ahora parece su único equipaje.
La comparación con Trapiello, bueno, espero que el leonés no se moleste si Quisque lo encuentra por Bolonia y le pregunta.
Salud Gonzalo y espero que nos crucemos algún día.
Pues, si, ven al poniente, hacia la izquierda, que, aunque dicen que es el Finisterrae, hay cosas muy hermosas por aquí.
ResponderEliminar(Por ejemplo José Angel Valente).
Gracias por la invitación Mariajesús. Aún los pies de Quisque no han hollado Galicia. Pecado, lo sé. Habrá que remediarlo, pero por ahora está viajando hacia el este, hacia el sol naciente.
ResponderEliminarQué envidia. Tener a Valente. Yo sólo tengo algunos de sus poemas y me encantaría comprenderlos, hacerlos míos.
Salud.
Espero no descolocarte más.
ResponderEliminarSalu2
Me encanta las primeras frases, hacen sentir ese calorcillo en las piernas ante el brasero, claro que ahora, según tengo entendido son eléctricos. Yo recuerdo el de mi abuela.
ResponderEliminarJosé Angel Valente...uff poesía que lees y sientes.
Nunca me han gustado las tardes de domingo.
Puees no está nada mal el poema. ¿Sabes quién me recuerda? (Al menos los primeros versos) Me recuerda la poesía excelente de Manolo Vázquez Montalbán, cuando hacía esos poema tan irónicos en los que incorporaba la realidad circundante. Un abrazo.
ResponderEliminarAy, los domingos. Ay, las seis de la tarde de los domingos.
ResponderEliminarMuy bueno, Quisque.
Aunque suene ñono: ¡qué poema más bonito, rediez!
ResponderEliminarNo sé comentar poesía, aunque la haga. O eso dicen los que la leen. No sé de casi nada, pero sí sé cuando algo tiene fuste y peso.
Por dos versos, vendería mi alma dividida:
"Salir para no hacer nada
de esta habitación sin recuerdos".
Se os quiere y ya véis que vuestra fama llega hasta Paradela.
Hola Madison, ya contaré la experiencia que me ha tenido descolocado estos días. Agradezco tu lectura y me encantaria regalarte una tarde de mesa de camilla, con brasero, amigos y licor de café. Uhmm. A eso le he llamado muchas veces felicidad.
ResponderEliminarYo también odiaba los domingos por la tarde: dejar el pueblo, la familia, empezar la semana...
Salud Madison, ahora me tomaría un café inmenso. Me caigo de sueño.
Eastriver, teneis a Quisque descolocado con los piropos que le echais. Primero Trapiello, después Vazquez Montalbán. Es como si han cura lo comparan con Dios. Gracias de cualquier modo por la lectura.
ResponderEliminarDe otra parte, gracias por "las sombras nos definen" o algo así. Qué grande.
Salud y volvemos al trabajo
Blanco, a esa hora yo veía el basket con mi hermano, cuando era niño, cuando el comía bocadillos de lomo con alioli y yo pipas y gusanitos. Aquellos domingos sí me gustaban, aún no había salido del pueblo, pero ya miraba por las ventanas.
ResponderEliminarSalud
Isabel, te vas a convertir en nuestra Hada madrina. Nos traes a amigos tuyos a la cafetería de culturajos, nos lees y nos dices palabras garrapiñadas. No pido más, así que esos dos versos son tuyos, te los regala Quisque. Y sobre la poesía, yo diría que no se comenta, que sólo se disfruta. Ay! los críticos nos van a volver locos. Terminaremos olvidando el sabor de las lentejas y comiendo aire de chorizo con espuma de lenteja.
ResponderEliminarSalud
Sin palabras......
ResponderEliminar=D