El fumador ha encendido un cigarro. Con un bolígrafo en la mano dibuja espirales en el folio. Siempre ha tenido la necesidad de escribir, es como un impulso que invade sus huesos, como si el folio se convirtiera en un vórtice que devora sus palabras e incluso a él mismo. Lanzando el humo hacía el techo se da cuenta de que no sabe escribir. Grita. Se levanta de la silla. Tose varias veces. Comienza a dar círculos por el salón. A veces la vida se le escapa, la siente deslizar por sus dedos y salir disparada por la ventana. El fumador cree que a veces la vida se escapa por la ventana. Acercándose al folio escribe: “Algún día te alcanzaré” mete el papel en un sobre y lo tira a la calle. Enciende un cigarro y desde el fondo de la habitación puede ver el sobre deslizarse por el cielo.
Ya lo dijo Juncal... ¡maldito fumeque!
ResponderEliminar...y ahí está la historia, en el viaje que hace el sobre, con el papel repleto de espirales. La espiral es lo contrario a la linea recta. La espiral es el arte, la literatura; la linea recta es la ciencia.
ResponderEliminarThornton que grande que es Juncal. En mi pueblo hay una calle que se llama como el actor que hizo ese papel. Es una calle a las afueras que en invierno se llena de hojarasca. Me gusta pasear por esa calle mientras fumo un cigarrillo, me gusta Juncal. Gracias por recordármelo.
ResponderEliminarSaludos.
Pobrecito hablador, mi literatura se mueve en espirales imperfectas con aquellas pronunciadas curvas que a veces me hacen salirme de la via. Nunca camino en línea recta, me gusta simular un zigzag con mis pasos y así, poco a poco, dejarme llevar a los finales de folio, al principio de la hoja en blanco.
ResponderEliminarAhora hay un sobre en el aire y no sé donde aterrizará.
Un placer recibir tus palabras.
Saludos.