sábado, 26 de diciembre de 2009

El coleccionista de bolígrafos rojos




Volvimos a salir a aquellos pasillos oscuros donde parecía que en cualquier esquina habría algún tipo de peligro o una alimaña sedienta de sangre humana.En el piso superior parece que la vida empieza a brotar poco a poco. Paseamos frente a las aulas donde hay reducidos grupos de alumnos. Me llama la atención que en ninguna de las clases hay profesores. Todos los alumnos miran una especie de televisor antiguo. Siento una gran curiosidad por lo que ocurre allí dentro pero en el momento en que me detengo para echar una ojeada siento la punzante mirada de Don Fulgencio Colmenero y no me atrevo a replicar.


- Aquí es donde están todas las aulas. Como puede comprobar en mi instituto está totalmente prohibido el acceso a la luz natural. Es algo comprobado que la luz del sol distrae a los alumnos y eso es algo que no podemos consentir. Esta medida también le incumbe a usted pues en su despacho tendrá que valerse de un pequeño flexo que le he mandado instalar. Le recomiendo que no intente abrir ninguna ventana pues todas están selladas y cualquier desperfecto que provoque le será descontado de su sueldo.

Aquella confesión me pilla desprevenido. Cada vez me gusta menos este lugar. Me siento un enano atrapado en las fauces de una gran bestia. Podría perderme por aquellos pasillos oscuros y no regresar jamás.Seguimos avanzando hasta llegar a otras escaleras. Estas forman una espiral que ascienden al piso superior donde se ocultan en la plenitud de aquella noche perpetua. Me agarro fuerte a la barandilla y subo tras Don Fulgencio con paso tembloroso. De repente se detiene en seco en mitad de la subida y mi nariz se clava en su espalda. En aquel momento puedo percibir un olor a encerramiento y soledad seguidos por sus gruñidos ante mi torpeza.En el piso superior la imagen es más desoladora de cuanto había visto hasta entonces. Estamos ante un pasillo sumido en la oscuridad total. Don Fulgencio saca de su gabardina una linterna y seguimos avanzando sobre el suelo de madera que emite destemplados alaridos con cada paso hasta que llegamos ante una puerta hinchada por la humedad.



- Usted se instalara aquí, es lo más adecuado. Cómo puede observar es un lugar muy tranquilo, idóneo para que realice su trabajo sin ningún tipo de distracciones. Mandé subir todos los papeles que dejó a medias ese gandul de Avelino, mi antiguo contable, así que podrá empezar de inmediato su trabajo.


Aquello rompió todos mis esquemas. No pensaba que el primer día me iba a poner a trabajar, además, todavía no tenía contrato y creí que aquel primer día se limitaría a una visita por el centro, el aprendizaje de unas nociones mínimas sobre las costumbres de mi nuevo jefe y el resto de la mañana lo podría pasar paseando y bebiendo cerveza con María para celebrar mi nuevo empleo.Miro hacia atrás y no alcanzó a ver la escalera por la que hemos subido. Frente a mí aquel pasillo tampoco parecía tener fin. Don Fulgencio rebusca en los bolsillos de su gabardina las llaves de la habitación creando un tintineo estridente con cada sacudida. Al fin saca una gran llave entre gruñidos.


- Este será su lugar de trabajo- Dijo señalando un antiguo escritorio de madera de roble con una gran cúspide de papeles alumbrados por la luz de un flexo- Será mejor que comience de inmediato. Quiero que ordene todas las hojas de cuentas desde 1985 hasta el día de hoy actualizando las que falten.


No me da tiempo a replicar. Cuando quiero hacerlo Don Fulgencio Colmenero ya se ha marchado del despacho. Me doy cuenta de que la habitación está completamente a oscuras, sólo puedo ver la mesa con los papeles pues el flexo no ilumina nada más en todo el habitáculo. Llego a tientas a la mesa y miro el rimero de papeles. Saco el móvil para llamar a María y decirle que no me espere para comer.

14 comentarios:

  1. Está interesantísimo. Sigue pronto, no me dejes al borde del no saber.

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  2. Me alegran mucho tus palabras MariaJesus, dentro de poco sabremos más sobre Don Fulgencio.
    Un abrazo.
    El fumador.

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  3. En época de vacaciones mi padre nos llevaba a jugar al Instituto Alfonso X. Recorríamos aulas
    vacias, pasillos sin luz,almacenes con miles de papeles. Nos divertíamos pasando mucho miedo en aquel caserón. Tu estupendo relato me ha vuelto a situar en aquellos días de terror voluntario. Me tienes en ascuas:Ausencia de profesores, ventanas cerradas, olor a encerramiento y soledad...

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  4. Ese oscurantismo le pega a Don Fulgencio Colmenarejo, un ser tenebroso venido de los miedos infantiles para sacudirnos a todos.

    Pobre contable. ¡Cómo me apetece protegerlo de ese esclavista!

    ¿Qué más queréis que os diga, amigos? Que me gusta, que me tenéis en ascuas hasta la conclusión y que creo que os está saliendo un cuento gótico.

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  5. Hola Thornton, la verdad es que un colegio vacio, con esos grandes pasillos deshabitados y silenciosos ponen los pelos de punta...tuvo que ser divertido jugar en el Alfonso X, sobre todo cuando eres pequeño y parece que nuestra imaginación es capaz de crear seres terroríficos. Gracias por tus palabras dentro de poco sabremos que le sucede a este miserable contable.
    Un fuerte abrazo.
    El fumador

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  6. Isabel, uno de mis miedos mas atroces ha sido imaginarme ciego. Que un día levantara y solo hubiera oscuridad en mis ojos. ¿Te imaginas trabajar medio a ciegas en una habitación donde nunca sabes que te vas a encontrar? Quizás dentro de poco alguién entre a salvar al contable, quizás seas tu Isabel ¿Te imaginas? entrar en un cuento y perderte por sus líneas de tinta, por esos mundos ficticios....A veces me gustaría convertirme en algún personaje de novela, seguro que la vida sería mucho más interesante.
    Un gran abrazo amiga.
    El fumador.

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  7. Pero como me gustan tus respuestas, Fumador. No puedo pasar sin vos (por eso de hacer un malsonante pareado y que se me tilde de ridícula).

    Sí, meternos en un cuento, en una novela mejor. ¡Qué lujo!

    Un día sacaré un relatillo sobre un personaje que pide auxilio al mundo para que lo escriban, porque su autor es un torpe de narices que lo tiene concebido y no nacido (un "nasciturus" en lenguaje jurídico). Te lo dedicaré a ti, si me lo permites.

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  8. Ahora que lo dices Isabel hay una película que trata sobre eso. El guión lo escribío Paul Auster y se llama "La vida interior de Martin Frost" te recomiendo que la veas porque refleja muy bien ese vinculo que se crea entre autor-personaje. No tiene desperdicio.
    Si llegas a escribir el relato para mí sería todo un honor si me lo dedicas, un verdadero lujo.
    A mi si que me gustan tus comentarios, siempre tan llenos de calor, como de hada madrina.
    Un fuerte abrazo amiga.
    El fumador

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  9. Oye fumador, para ser dias de fiesta estás muy inspirado.
    Genial relato que me tiene en ascuas.

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  10. Muchas gracias por tus amables palabras Madison, me alegro mucho que te esté gustando el relato. Dentro de poco colgaré mas cosas par ir desvelando el misterio.
    Un abrazo.
    El fumador.

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  11. Da miedo, chico. Ese mundo oscuro... Tiene verdaderos hallazgos: ese "es lo más adecuado" es como para ponerse a correr y no parar. ¿Hay cobertura? Eso me extrañó mucho, pero apuesto que mañana tampoco podrá ir a comer con María.

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  12. Gracias por tus palabras Eastriver, la verdad es que el instituto ha acabado convirtiéndose en la viva imagen de Don Fulgencio, en algo oscuro y tenebroso. O quizás haya sido al contrario... A veces pasa, parece que las cosas que nos rodean acaban siendo como nosotros o nosotros nos convertimos en una extensión más de todo cuanto nos rodea...
    Un fuerte abrazo.
    El fumador.

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  13. ¡Qué agobiante!
    Ah, esta mañana he pasado por la Calle de los Junterones y he visto la pollería ésa que nombras. He mirado en el bar pero no te he visto. ¡Lástima, iba a invitarte a una cerveza!
    Salu2

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  14. Vaya Dyhego para un día que no estoy en el bar...pero bueno, no te preocupes que a partir de Enero voy a estar todos los días y seré yo el que se la pague por no haber estado hoy.
    Un saludo
    El fumador

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