miércoles, 23 de diciembre de 2009

El coleccionista de bolígrafos rojos

Camina por los pasillos de las aulas con las manos dentro de una gabardina que le queda demasiado grande y un sombrero de copa pasado de moda. Es largo y encorvado, como un ciprés que amenaza con caer en cualquier momento. Le veo acercarse desde lejos con la blanca luz de un día de lluvia brillando a sus espaldas. Es como una sombra, como un fantasma que vaga por aquellas oscuras aulas que dirige desde hace cincuenta años. Me resulta curioso el tamaño de sus pies, son diminutos, casi inexistentes, lo que le da a sus andares un toque de ingravidez.
Se llama Don Fulgencio Colmenero y me ha mandado esperar bajo un gran oso blanco disecado que ocupa el centro de la entrada del instituto.La luz es escasa, tan sólo una ventana al final del pasillo deja filtrar la tenue luz del exterior.
Don Fulgencio Colmenero ha llegado a mi encuentro. Me inspecciona de arriba abajo encarando las cejas con el rostro pálido. Siento un gran temor al verme preso de sus ojos cavernosos, de sus ojos de fantasma.

-Usted debe ser el nuevo. ¡Acompáñeme!

Sin decir ni una palabra me adentro por los pasillos tras aquella sombra. El instituto Eduardo Asquerino es bastante viejo. Tenía entendido que el carácter hosco de su director le había creado bastantes enemistades en la conserjería por lo que con el paso de los años se había convertido en un lugar marginal y apartado del mundo. Apenas hay alumnos en los pasillos ni profesores en la cantina, es más, juraría que en este momento sólo estamos Don Fulgencio y yo. Me invita a que pase a su despacho. Tal y como había imaginado, aquella habitación es una extensión más de la humedad y la penumbra del edificio. Apenas entra la luz y un pequeño flexo ilumina el despacho.
Mientras Don Fulgencio Colmenero toma asiento busco en las paredes algún símbolo que me hable de su vida pero sólo encuentro algunos diplomas y una mención especial a su labor como docente por el consejero de educación de 1979. La mesa está repleta de viejos recortes de prensa y carpetas con papeles amarillentos. Está claro que Don Fulgencio Colmenero hace tiempo que dejó de vivir.
Sentado en su silla comienza a gruñir mientras busca algo en los cajones de su escritorio. Finalmente saca un bolígrafo rojo y sin ofrecerme asiento revisa con minuciosa atención mi curriculum de contable.
Se crea un gran silencio en la habitación y comienzan a sudarme las manos. Pasa las hojas y ninguno de mis meritos profesionales hace efecto en su severo rostro. Finalmente levanta la mirada y garraspea.

-Veo que tiene usted experiencia en auditorías internas y manejo de sistemas informáticos. Pues le anticipo que eso no sirve de nada en este instituto ya que todo sistema informático está terminantemente prohibido. Su trabajo ha de realizarse de forma manual. Aquí se entra a las ocho en punto y se sale cuando a mí me dé la gana. Se gana 600 euros al mes que serán ingresados en un sobre dentro de su taquilla. No puedo permitirme hacerle contrato por el momento. ¿lo toma o lo deja?

Claro que lo tomaba. Las condiciones eran tercermundistas pero necesitaba el dinero. Intento asentir con la cabeza pero Don Fulgencio Colmenero ya se ha levantado y camina hacia la puerta.

-¿Qué diablos hace, piensa quedarse allí toda la mañana? Vamos, tenemos mucho trabajo por hacer.

Continuará...

20 comentarios:

  1. Que continúe, por favor. Este Don Fulgencio no tiene desperdicio, ni sus condiciones esclavistas.

    Amigos, gracias por estar ahí, por vuestra presencia, que la siento muy cercana.

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  2. Hola Isabel, Don Fulgencio aún tiene que decir muchas cosas, las irá diciendo poco a poco a lo largo de estas navidades. Espero que disfrutes con él.
    Y muchas gracias a ti, amiga, por invitarnos a tu casa, por visitar la nuestra y sentarte en el sofá y dedicarnos bellas palabras. Nos encanta verte por aquí.
    Un fuerte abrazo.
    El fumador.

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  3. Don Fulgencio debe corregir demasiado: tanto bolígrafo rojo, en aquellos tiempos solo valía para los suspensos y las pérdidas.

    Estate atento, seguramente haremos algo por Miguel Hernandez.

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  4. Espectante quedo a la espera de una nueva entrega.
    Me suena a regresión, a andar del revés...

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  5. Hola Mariajesus, Don Fulgencio ha pasado gran parte de su vida corrigiendo los errores de los demás, con el paso de los años se ha vuelto muy exigente...

    Estaremos encantados en participar con lo de Miguel Hernandez, a mi personalmente me encanta, una vez me salvó la vida. Tanto Quisque como el Fumador estarán encantados de participar en su homenaje.
    Saludos.
    El fumador.

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  6. Madison, Don Fulgencio se quedó atrapado en los 70´s y cada día que pasa vuelve un poco más hacía atras. Espero que te vaya gustando la historia y muchas gracias por tus palabras. Ahora mismo me voy a tomar un café miestras leo "El Extranjero"
    Humeantes saludos.
    El fumador.

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  7. Jejejejejeje, como me gusta esta historia y como me gusta Don Fulgencio.Espero con ansiedad la continuación. Un abrazo y, para no variar, nos vemos en los bares.
    El Potro de la Venta del Pino.

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  8. Hombre Potro, me alegran tus palabras, siempre es un honor recibirlas. Poco a poco Don Fulgencio nos hará saber más de su vida.
    Un fuerte abrazo.
    Pd. Muchas gracias y enorabuena de nuevo por tu aportación al blog. Cuando quieras nos mandas otra, que estaremos encantados de publicarla.
    Otro abrazo o como tu dices: "Nos vemos en los bares"
    El fumador.

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  9. Ha sido como trasladarme a otra época. Un gran abrazo.

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  10. hola amigo, gracias por tus palabras Ramón. Don Fulgencio es de otra época, una de esas almas errantes que vive en el presente con la mente anclada en el pasado. Me alegro haberte trasladado a otra época, era la intención del relato. Ya irás conociendo a este Don Fulgencio...
    Un fuerte abrazo y Feliz navidad.
    El fumador.

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  11. Jo, qué cara le habéis puesto al Don Fulgencio de marras. Para salir corriendo.

    Buena noche, que es buena.

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  12. Jaja, Don Fulgencio Colmenero, me suena a nombre de personaje de Camilo José Cela o de Gutiérrez Solana, un tipo "carpetovetónico", en cualquier caso.
    Esperamos esa continuación.
    Saludos,
    Gonzalo

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  13. Hola Dyhego, gracias por tu comentario. Dentro de poco irémos descubriendo el enigma que esconde la gabardina de Don Fulgencio Colmenero.
    Un saludo.
    El fumador

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  14. Jeje, la verdad Isabel es que la foto impone. Parece un fraile de esos que daban pellizcos y collejas hasta dejarte K.O. jeje.
    Gracias por tus palabras amiga y que pases una bonita noche buena.
    Un abrazo.
    El Fumador

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  15. Felicidades Fumador, por el día y por el texto. Quisque está casi mareado. El mundo da vueltas y se sujeta a sus recuerdos. Quisque mira a los ojos a la gente y después sonríe. Ay Fumador, qué solo se está en el aeropuerto de bolonia.
    Salud y bienaventuranzas

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  16. Hola Gonzalo, la verdad es que el nombre surgió de repente, sin pensarlo mucho, pero tienes razón Colmenero suena a Cela y esos personajes entrañables que creaba. De todas maneras "carpetovetónico" si es, lo es mucho.
    Jeje. Muchas gracias por tus palabras.
    Un fuerte abrazo
    El fumador

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  17. Antes o después el contable va a decir: "Preferiría no hacerlo".
    Felicidad y buen humor.

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  18. Chicos, ya me voy poniendo al día con los deberes gratísimos que me habéis encomendado. Una delicia, de verdad.
    Agradecida, os mando miles de besos.

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  19. Y gracias por los dos versos, pero son vuestros. Una es legal y respeta los derechos del ingenio.
    ¡Muuuuuuuuaaaaaaaaaaaaa!

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