al padre de Quisque
Quisque necesita pedir disculpas a los trabajadores del zoco chino de su barrio, desde que surgió la noticia de la venta de diente de dragón no han dejado de llegar compradores, antropólogos, forenses, odontólogos y protésicos dentales a hacerse con las piezas. Han tenido que esconderlas porque la marabunta científica ha arrastrado a la policial y sólo hay un dependiente que pueda atender el negocio, lógicamente el resto no existen en España por falta de documentación. Tras varias semanas de inquietante supervisión policial y científica, estos avispados comerciantes han dejado de vender dientes de dragón y han comenzado a hacer colgantes que llaman “Dientes de Buda”. Quisque teme que los nuevos inquisidores intenten cerrarles el negocio espiritual, pero el centro budista de Valencia ya les ha pedido noventa y cinco ejemplares. Hace dos días que Quisque hizo la última visita al supermercado chino, necesitaba papel de calco y calcetines verdes. Al entrar en el negocio se ha sorprendido al ver que sólo vigilaba uno de los dependientes, Huan, que le ha informado de que el resto de compañeros estaban ocupados atendiendo los pedidos de Valencia. Al marcharse, Huan ha sonreído y en su boca sólo tenía colmillos e incisivos. Sus molares habían desaparecido.
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