sábado, 24 de octubre de 2009

La cajita de música


La música es la eterna enemiga de la literatura. Llegué a esta conclusión al terminar de leer “Invierno en Lisboa” de Antonio Muñoz Molina. En este libro se nos muestra la vida de Santiago Biralbo un pianista de Jazz que anda entre la vida y la muerte enamorado de la bella Lucrecia, la muchacha de ojos tristes. En todo momento nos adentramos a los suburbios de Santander, de Madrid y de la húmeda Lisboa, lugares ambientados en los clásicos de cine negro y del jazz más castizo. Y sí, decidí zambullirme en sus páginas, entre cada línea, cada pausa y descubrí un precioso jazz desde el principio hasta el final de la obra. Los libros tienen música. No me refiero a música sonora, si no más bien a la cadencia y el ritmo. Muchos escritores como el antes citado Muñoz Molina en “Invierno en Lisboa” han perseguido esa armonía que envuelven las partituras para llevarlo a sus obras, aunque el que más destacó por su apego a la música, en concreto al Jazz, fue Julio Córtazar, viendo culminado su trabajo en el relato “El Perseguidor” en el que emula los últimos día de vida del prodigioso Charlie Parker. En este relato Córtazar toma licencias de la máquina múscial jazzistica y la lleva a la literatura utilizando los cambios de ritmo en la narración como variaciones a nivel del lenguaje y de las palabras y creando así en el conjunto de la obra diversas asociaciones rítmicas que dotan al texto de la cadencia del Jazz. En otras palabras, el relato va avanzando siempre hacia delante pero no en sentido lineal, si no hacia cualquier parte.Otro ejemplo son los autores de la generación beat como Allen Ginsberg o Jack Kerouac, en especial este último que utilizó la prosa espontánea para darle sonoridad rítmica a sus textos y donde el Beepop (Variante del jazz) envuelve los párrafos y la vida de los personajes de la novela. En definitiva son muchos los autores que persiguen dotar de cierta musicalidad a sus obras pero la literatura nunca conseguirá adentrarse a nuestros sentimientos de una forma tan directa como lo hace la música. Una de las finalidades de la literatura es conmovernos, solaparse a nuestra alma y arrancarnos sentimientos, en la música ocurre exactamente los mismo pero de forma más inmediata y allí es donde radica la diferencia entre música y literatura. La música, con un pequeño texto y unas cuantas notas consigue conmovernos en apenas cinco minutos mientras que la literatura precisa de varias páginas y un lenguaje apropiado para poder crear ese efecto. Por todo eso, la literatura aspira a ese grado de expresión emotiva que tiene la música, es su eterna enemiga y a la vez su compañera más fiel dependiendo una de la otra. Y es ahí, entre esta lucha de gigantes, donde nos encontramos los lectores-oyentes esperando aquel instante en el que seremos deleitados.

7 comentarios:

  1. Cortázar, Muñoz Molina... Me tocas muchas fibras. Los admiro con veneración religiosa. Aplausos por tu texto

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  2. Tengo un defecto, o muchos, señor fumador. No sé escuchar música, dejo que las melodías corran sin captar todos sus matices. Estoy sordo. Pero volveré a coger los libros que mencionas y leeré a ritmo pausado. Con un café y un cigarro. Con un reloj parado en la muñeca. Leeré y escucharé las letras. Si consigues que vuelva a oír tendrás un problemas. Te habrás convertido en un proyecto a santificar.
    Sigue hablando fumador. Tú también tienes música escondida, creo.

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  3. Estimado Rubén, agradezco mucho sus palabras y sobre todo haberle tocado la fibra...jejeje, la verdad es que Muñoz Molina me cautivó desde el primer momento y Córtazar...¿Qué le voy a decir de Córtazar? Siempre es un placer recibir palabras suyas en estos mundos analógicos aunque me gustaría compartir con su compañía alguna que otra cerveza y conocerle en persona (de momento sólo lo he hecho por aquí y en sus libros)todo se verá. Reciba un cariñoso abrazo.

    Y a usted señor anónimo decirle que también agradezco su cortesía y quiero que sepa que le comprendo a la perfección, yo también sufro de sordera, una sordera mústia por el exceso de ruido ¿ha soñado alguna vez con que el mundo quedara mudo? yo muchas veces y cruzo los dedos para que algún día se cumpla. Mientras tanto seguiremos soñando.
    Muchas gracias por leernos, siempre es un placer.
    Un abrazo
    El fumador.

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  4. siempre leo en la cama, me pone, pero cuando leí En El Camino de Jack Kerouac, no podía dormir después, me ponía el corazón con ritmo de jazz, me subia las pulsaciones y me calentaba mucho, me encendía la vida.

    Mañana voy a mi tienda favorita de Cartagena, antiguedades hispania, donde compro libros de segunda mano bastante baratos, y preguntaré por esos autores, para seguir escuchando música en silencio.

    Hombre Bellota.

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  5. Hola Hombre Bellota y muchas gracias por su comentario. Creo que soy consciente de su dicha, es más, en algún momento que otro, en algún bar que otro, me ha susurrado su emoción por el viejo Kerouac y la forma en la que palpita la vida.
    Si ves al viejo Angel mándale recuerdos mios que hace tiempo que no paso por su almacen de polvo y sueños. Mucha suerte en tu búsqueda.
    Un gran abrazo hombre bellota.
    El fumador

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  6. Me gusta cómo escribe Muñoz MOlina. Leía "Un invierno..." pero no me acuerdo bien. Tendré que releerlo.
    Un saludo.

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  7. Hola Diego, muchísimas gracias por su comentario, si vuelve leer el libro mandele recuerdos a Lucrecia, nuncá podré olvidarla.

    Un saludo.

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