jueves, 16 de julio de 2009

PAN Y CIRCO o yo quiero ser la reina de mi calle

Es paradójico que en el momento de la Globalización, del pensamiento universal, se desarrolle un proceso de implosión cultural tan importante. Necesitamos sentirnos anclados a un terreno firme para mirar más allá de nuestras fronteras culturales. Parece que con el desarrollo del turismo rural, el conocimiento de otras formas de vida nos haya llevado a poner en valor nuestro acervo cultural con mayor empeño que nunca (salvando las asociaciones de coros y danzas de la época dictatorial). Con la Globalización, los vinos peleones del pueblo se han embotellado y cuidado para transformase en caldos de calidad, con el cuerpo y la personalidad propios de la uva monastrell. Hemos mirado hacia atrás, hemos recuperado los aperos de labranza y nuestros recuerdos para exponerlos en el mercado público, en ocasiones, sin el menor pudor, sin el menor cuidado. De esta suerte nos vemos inmersos en una producción bibliográfica de escaso valor cultural, de carácter subjetivista y sin apenas intención de trascendencia. Cualquiera diría que es el momento de contarnos las historias que ya sabemos.
Acudiendo a la necesidad de conocer el pasado, esta recuperación no es baladí, más bien es necesaria y debería tener una finalidad: que un grupo social se reconociese, que un municipio observara su trayectoria y pudiese actuar sobre ella; pero el afán de notoriedad individual no deja ver el bosque.
¿Quiénes deberían revisar la Historia? Yo pienso que es un trabajo para los que son capaces de ver más allá del pasado, para los que miran al futuro a los ojos, sin refugiarse en lo que ya existe. La Historia la escriben los valientes, los que saben predecir, los que no tienen miedo a equivocarse. Por eso mismo, y voy a donde quería llegar, cuando observo el renacimiento de las fiestas de los barrios en un municipio cualquiera, con una elección de damas de honor, con un concurso de migas, con una charanga y un alcalde paseando por las calles del brazo de las “elegidas” me planteo hacia dónde vamos, quién toma las decisiones y si ese es un camino de futuro.
Seré sincero, ante la posibilidad de elección en materia cultural, me niego a aceptar que se regrese a los años ochenta y precedentes (no pude vivir la década de los setenta), me niego a aceptar el pan y circo de nuevo (por mucho que lo adornemos de cultura tradicional), me niego a que eso sea lo nuevo. Ante este escenario sólo me queda una reflexión: si nos sentamos a escribir las historias que vivimos y no escribimos nuevas páginas en la Historia, si retomamos las tradiciones sin evolucionar sobre ellas, si nos olvidamos de los que están por venir, entonces ¿hacia dónde vamos? Nos abocamos a una continua repetición, a solaparnos, a ser prescindibles y a expulsar de nuestras calles todo pensamiento divergente. El pueblo envejecerá, las personas envejecerán cada vez antes y estas casas serán, poco menos que, un museo folclórico al que venir de visita una vez al año. Después, cuando ya nos hayan visitado, cerraremos la puerta y seguiremos eligiendo damas de honor y ganadores de concursos de migas para regocijo de los que no ven más allá del ventorrillo.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo en parte con usted. Esto son cosas que reinventa del pasado nuestro maravilloso concejal de festejos, es así de original, en vez de crear algo nuevo resucita algo muerto y enterrado. Como hizo con el cadaver de Bumbury, cosa que seguiremos pagando varias fiestas para nuestra desgracia (para empezar la bazofia del 2009). Lo único bueno de estas fiestas, es que hay gente como dices (que no ven mas allá del ventorrillo)que se divierten mucho, y hay que respetarlos y comprenderlos e incluso estudiarlos, no todo el mundo es igual de culto ni se divierte con las mismas cosas. Por ejemplo, a mi no me gusta Gran Hermano, pero en vez de censurarlo o escribir contra el (que no estaría mal) me voy al monte y pienso en lo maravilloso que soy yo y todo lo que me rodea en ese momento. De todas formas, está muy bien, me gusta leer algo que no me deje indiferente.

    ResponderEliminar