Dicen que una mentira repetida puede transformarse en una verdad. Así quiero imaginar que surgían las leyendas, como las de los tesoros en las paredes de los conventos, los barcos de gran riqueza varados en los fondos del puerto de Almería o el mito de Che Guevara. Tantas páginas se han escrito, tantas conversaciones han ocupado, que al final no queda más remedio que creer. Pero la leyenda a la que me refiero tiene un carácter más localista y se desarrolla en un pequeño pueblo del noroeste murciano. Pongámosle nombre: Bullas.
La leyenda se ubica cronológicamente en la noche del 23 de junio, más conocida como la noche de San Juan. Hace muchos años se decía que esa noche mágica, por las faldas del monte Castellar, se podía ver a una mora que bajaba a la poza del Salto del Usero y se lavaba con las aguas del río Mula. Aquél era un acontecimiento social, los vecinos del pueblo se acercaban al lugar en silencio, a la espera de la llegada de la mora, que lógicamente nadie veía y aseguraban que no había hecho su habitual recorrido porque se habría sentido vigilada. No faltaba quién, en un rapto de egocentrismo, afirmaba haberla visto a altas horas de la madrugada, cuando ya todos los vecinos se habían marchado. Si no la había visto directamente, se lo había contado cualquier amigo; pero la mora existía. Así se fue forjando la leyenda y tomando forma.
Con el auge del tradicionalismo, la recuperación de las costumbres, aquella leyenda de la mora no pasó desapercibida y, al tiempo que algunos jóvenes aprendían a tocar la bandurria o el laúd, también decidieron aprehender la esencia de la noche de San Juan. Un año, no creo importante saber cuándo ocurrió el hecho, decidieron aprovechar que el pueblo seguía aglomerándose en las faldas del monte para dar presencia a la leyenda. Alguno de aquellos jóvenes, tapado por una tela blanca, descendió hasta el río, se lavó y volvió a subir hacia el monte. La leyenda había tomado cuerpo. La mora existía y todos la habían visto. Después se habló de si la mora vestía zapatillas de deporte o la ropa era inadecuada para el hecho histórico, pero todos la habían visto. A partir de ese año, el descenso de la mora se convirtió en un acto cada vez más folclórico y abierto. Aquella imagen no temía ser contemplada, aparecía a una hora convenida (en torno a la medianoche) e incluso algún año llegó a multiplicarse y bajaron tres moras muy poco femeninas (hasta ese momento nunca lo habían sido).
El último acto en este proceso evolutivo tiene que ver, en la era de la comunicación, con la presencia de los medios audiovisuales. La noche de San Juan, legendaria, quedará impresa en fotografías y en películas de vídeo. Los encargados de la televisión local se encargarán de repetir tres veces diarias las imágenes para que todo el municipio pueda verlas. La repetición de esas imágenes borrará el halo de magia y hará el hecho una acción totalmente mundana. Llegados a este punto, olvidado el origen de leyenda, comenzamos a manipular la bajada de la mora como un espectáculo no exento de espectadores con pipas, con botellas y grandes focos. No incidiré más en el hecho mediático en sí y pasaré a revisar el motivo de mi artículo.
29 de Junio. En pleno atardecer contemplo en la televisión la grabación realizada en el Salto del Usero en la noche de San Juan. Este año ha tocado baile con influencia árabe, exhibición del fuego en velas contenidas en copas que asemejan esferas de luz en las manos de las bailarinas (me sorprende la actuación gratamente). Después, no recuerdo se había un intermedio entre los dos actos que relato, aparece un séquito portando antorchas que abren camino a la protagonista de la noche hasta la poza natural. El aire de la noche completa los cuatro elementos básicos de estas noches de magia: aire, tierra (montaña), agua (río) y fuego (antorchas). Todo está servido para que la mora, ataviada con ropas de fiesta y cubierta en casi la totalidad de su cuerpo, se introduzca en el agua. Camina hacia la pequeña cascada y, a medio camino, hace uso de una cántara que llevaba con ella. Recoge agua para levantarla por encima de su cabeza. La imagen de televisión muestra a la mora de espalda, con la cascada al fondo. La cántara gira sobre sí misma dejando caer el agua frente a la mora que este año no parece que vaya a mojarse la cabeza, el acto se convierte en un hecho diseñado para el disfrute del público. Al finalizar la caída del agua, la mora baja la cántara hasta el nivel de la poza y hay ocurre lo más inesperado de la noche: la mora se santigua, la señal de la cruz cristiana cubre el cuerpo de este antepasado musulmán. No entiendo si es un error o un intento de fusión de culturas. Me quedo perplejo ante la imagen que acabo de ver.
Necesito un tiempo para reflexionar. Una musulmana que se santigua, en la noche de San Juan o en el solsticio de verano. Religiones monoteístas, paganismo o animismo se acaban de mezclar ante mis ojos. ¿Estamos ante un nuevo paso en la evolución de las creencias actuales o se confirma el sincretismo religioso esperable tras el proceso de globalización? Sigo perplejo, pero no dejaré que el lector se aburra con estas reflexiones.
La mora se gira hacia la cámara y vuelve a repetir el gesto de elevar la cántara con agua y devolverla a la poza. Las venas de los brazos se marcan en la protagonista, la belleza clásica y lánguida parece que ha perdido importancia esta noche. No se puede intuir ningún rasgo de su cara, la ropa ancha disimula las ondulaciones del cuerpo femenino, sólo los antebrazos y las manos se hacen públicos y no parecen que formen parte de un cuerpo similar a las bellezas que vivieron en los jardines del Generalife. El agua salpica contra el ropaje con brillos dorados y que ahora está empapado después de la inmersión ritual. La cántara desciende de nuevo y la mora se vuelve a santiguar. Prefiero no pensar. La mora y el séquito van desapareciendo ante mi mirada. Ahora sólo me queda la reflexión. ¿Cuál será el siguiente paso en esta leyenda?
Tengo entendido que la mora es presa en el monte Castellar por abrazar el cristianismo, de ahí que haga la señal. Dice el cuento que sus guardianes solo la dejaban salir en la noche de San Juan para que se aseara en el río. Es una simple recreación llevada a cabo por un grupo de amigos que empezaron de broma con el asunto, no creo que sea ninguna profanación, tampoco hay que darle tanta vuelta. Estos simples detalles hacen divertirse una noche a la gente sencilla del pueblo, que utilizan esto para olvidarse un poco de sus problemas y ver el campo y su río por la noche. Además, el Bartolo ya pone allí esa noche su puesto para vender comida y bebida, como siempre que se juntan mas de 5 personas en Bullas.
ResponderEliminarAyer estuve por primera vez en este acto. En algún momento llegue a pensar que se hacia en forma de mofa hacia el mundo islámico. La leyenda es bonita, no entiendo muy bien el por que de la conversión al cristianismo, pero bueno son cosas de pueblo y leyendas. Sin embargo, el hecho de que la mora sea un hombre, y su sequito también me llamo muchísimo la atención. Además, los trajes...que cosa tan ordinaria!!! el de la mora era un traje de danzarina árabe de una conocida tienda de disfraces y una peluca de los chinos. Los de las antorchas, pues igual, vestidito de califa árabe de la misma tienda y una corona de papel de la de los roscones de reyes. Desde anoche no dejo de pensar en ese acto, en lo precioso que podría quedar porque el entorno lo merece. Soy cristiana pero una enamorada del mundo árabe y las maravillas que dejaron en la península ibérica. Y el acto es muy original, no hay ninguno así que yo sepa en esa noche en ningun otro municipio español. Además el embrujo es que algunas mozas creen que si te moja la mora eres eternamente joven y te casas con un mozo guapetón!!!jejeje!!!.
ResponderEliminarestoy de acuerdo con el primer comentario.. todo empezo con un grupo de amigos....
ResponderEliminarnose porque teneis que criticar nuestras costumbres porque solo lo acemos para divertirnos nose... una noche diferente a las demas....
nos sentimos orgullosos de tener esa maravilla de rio y asi darle un toque especial....
lo de los trajes de los chinos....
aver esque todo hay que calificarlo???
pues claro que son de los chinos si ves que tal te vas a las tiendas de alto estandin y te las compras solo para una noche no???
lo que importa es el detalle y no las ropas o las pelucas que lleven...
yo creo que si se santigua es porque ella estaba enamorada de un cristiano ademas .... para entenderlo escucha bien la leyenda que para eso el paco de la radio la repite cada año....
yo voy todos los años y si... pongo las manos para que me caiga el agua que lleva la mora y despues mojarme la cara... la verdad nose porque lo ago pero es una tradicion de mi pueblo y hay que seguirla...
me siento orgullosa de bullas y de sus festejos y quien este en contra pues que no lo mire ni que opine de el nose....
solo son mis pensamientos...
como te han dicho antes escucha bien la leyenda que para eso la ponen todos los años justo antes de la bajada de la mora y si no entiendes no opines
ResponderEliminarLa propia Leyenda que se lee es una invención, poco que ver con la que siempre se ha contado entre los bulleros generación tras generación. Muy buen artículo. Lo comparto
ResponderEliminarSinceramente, creo que se podría hacer mejor...entre otras cosas que la mora fuera una mujer...
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