lunes, 25 de abril de 2011

Agentes comerciales y Paul Auster

Cuando suena el timbre de la puerta siempre pregunto quién es. No suelo recibir visitas en esta ciudad, así que he dispuesto esta pregunta para preparar mi puesta en escena.

- ¿Quién requiere mi atención?

- Información comercial de Ono – me dice una voz femenina desde el otro lado del telefonillo y yo aprovecho el ascenso hasta el séptimo piso para colocarme el batín de seda y las zapatillas del hotel Juan Carlos I de Barcelona que compré un mercadillo de segunda mano. Si tengo tiempo enciendo un cigarrillo perfumado de canela y permanezco en la puerta, a la espera de la llegada de la información comercial.

Sin embargo, si la respuesta es: Internet de movistar, con voz masculina y americana, me dejo el pijama, voy al baño a despeinarme con gomina y me sirvo un vaso de agua. Espero al comercial desde el parapeto de la puerta y antes de que pulse el timbre deslizo un papel bajo la puerta: no estoy en casa, y a un palmo de distancia me carcajeo y observo su rostro alucinado. La puerta, que maravilloso muro.

Otras veces dicen que es correo comercial, el cartero o simplemente demuestran su mala educación no contestando. Cómo me molesta el silencio al otro lado del telefonillo. Pero una vez preguntaron por la Agencia de Detectives Pinkerton. Ese día salí corriendo por los tejados de la ciudad.

2 comentarios:

  1. Me has hecho sonreír con las aventuras y desventuras de un Perich en Valencia. Gracias, amigo.

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  2. Isabel, veo que nos tienes controlados.
    Me gusta que te haya hecho sonreir, ese ejercicio debería ser obligatorio: sonreir al menos tres veces cada ocho horas.
    Salud
    perich

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