jueves, 7 de abril de 2011

EL BIBLIORFANATO: DeLILLO

El hombre del salto es un signo, un símbolo del vacío. DeLillo estaba allí, por casualidad, en el cabecero de mi cama vacía. Hacía tanto tiempo que no entraba en aquella habitación que me recordó a otro mundo, a un lugar donde los sueños eran posibles. Tomé el libro y lo exilié al mi vida. En hombre que cae al vacío, sujeto por un arnés de fabricación casera. Alguien que sufre en una torre de marfil golpeada por aviones. Una mujer que duda, que teme. Una pareja de ancianos que se desconocen día a día. El póquer como metáfora de la vida. Un niño que no comprende o, quizá sepa demasiado. Unos prismáticos para controlar el movimiento en el cielo. La vida como vacío. DeLillo se transforma en terremoto, en sacudida, en agua fría en los días de resaca.


El libro se acaba. Lo dejo en la estantería, junto a otros libros rescatados. Lo dejo y me lavo las manos. Necesito no volver a él. Eliminar todo los restos. No quiero el miedo ni el vértigo. La literatura no siempre nos deja tranquilos. El dios de los otros. Nuestro futuro. Las manos. Pólvora. Me lavo las manos. Arrojo agua a mi cara. Pero el libro sigue allí, latiendo entre los demonios.


1 comentario:

  1. Desgraciadamente es así: la literatura no siempre nos deja tranquilos.
    Abrazos fraternos.

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