martes, 2 de noviembre de 2010

Bob Esponja y los maestros de la República

Acabo de ver El lápiz del carpintero. Sí, he dicho bien: ver y no leer. No creo que tenga tiempo de leer todos los libros del mundo, tampoco de ver todas las películas, así que me daré tiempo para ambas actividades.


Entre otros, el libro que estoy leyendo se llama algo así como Maestros de la República. Esperaba un texto para ensalzar a los educadores de la época, y los llamo educadores en toda la connotación de la palabra, y en el primer caso: el caso de Arximiro, me he tenido que parar, he tenido que salir del libro a coger aire, y aún estoy respirando. Ha sido en esta pausa en la que sin saber, me dispuse a ver la película del inicio y el mismo dolor del maestro Arximiro lo he sentido con el médico de la película. Son dos obras dolorosas. La maldad como eje. La venganza. La guerra como exaltación del hombre como un lobo para el hombre.



Es solo una reflexión, un estado de dolor que continúa con la relación Hernández y Sijé. La pérdida. Creo que en los próximos días veré Bob Esponja para que la mirada de los niños me salve. Levantarse todos los días con una sonrisa. Ir a trabajar sonriendo. Confiar en el que tenemos al lado. Y reír de manera gratuita, como un paciente psiquiátrico.



Voy a poner la televisión. Siempre hay un capítulo de Bob Esponja en algún canal. Aprieto el botón de encendido y, oh sorpresa: la televisión no funciona.

1 comentario:

  1. Mira que no estoy para estos trotes, querido Perich, y es más que posible que hayan abierto todos los psiquiátricos para recoger mis carcajadas neuróticas.

    Bah, no me hagas demasiado caso. A veces, desvarío, sobre todo cuando me doy cuenta de la de libros que tengo en lista de espera y la de pelis que nunca veré.
    Pues mira, no pienso fustigarme, sino volver a chupar el cigarro electrónico éste que me he agenciado y que parece que me quita neuras.

    Besos.

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