miércoles, 14 de abril de 2010

Cosas de genios II


Los pasillos de la universidad estaban casi desiertos. Entré en mi despacho y ordené algunas carpetas. Todo el mundo tiene su meta, me habían dicho hacía unos años, la mía era conseguir que algunos de aquellos alumnos se interesasen por la Teoría de anillos. Lograr que todos alcanzasen el mayor nivel posible de álgebra. Y, sobre todo, intentar que no se desenamorasen de las matemáticas. Esos eran mis objetivos: simples, sencillos y factibles. Yo no había entrado en la facultad para ser un innovador, desde el principio quería ser un docente, un gran profesor, pero nada más. Grigori sin embargo quería algo más. Eso se veía por su voracidad en la biblioteca y por su compulsión en rellenar, una tras otra las libretas, con fórmulas y proyectos.

8 comentarios:

  1. Nada más dices? Querer y llegar a ser un buen profesor es mucho.

    Me encanta el enfoque que está tomando la historia.
    Un abrazo Perich

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  2. a mi no me preguntes madison, preguntale al personaje. Él piensa que quiere ser sólo eso. Pero imagina que lo consiguiera.

    Salud

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  3. Tener claros los objetivos a conseguir con los alumnos es un buen punto de partida para que las clases no caigan en saco roto. Ya me hubiese gustado a mi que todos los profesores que tuve me hubiesen sabido qué enseñar. Que hay de todo.
    Un abrazo.

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  4. Seguiremos leyendo antes de hacer preguntas.

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  5. Me interesa el texto y también que hayas elegido a Gregori como personaje.
    Un abrazo.

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  6. Hay más profesores que educadores en el mundo Mercedes, éste parece que tenía claro lo que quería. Si lo encuntro le pregunto.

    Un abrazo

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  7. Ramón, las preguntas son necesarias o ¿acaso no eras tú el que decías algo parecido en comentarios anteriores?

    Salud

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  8. Thorton, dejemos tiempo para ver la entidad que toma este Grigori en el mundo de los genios. Está un poco zumbado, como sabrás, y no sé cuál será su camino.

    El álgebra marca caminos tortuosos

    Salud

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