jueves, 21 de enero de 2010

El coleccionista de bolígrafos rojos (Capítulo final)

(Todo esto me hace pensar que el instituto Eduardo Asquerino ha estado funcionando sin profesores durante los últimos dieciséis años.)

Sigo revisando las cuentas y hay otra cosa que no me cuadra. Cintas de video, Don Fulgencio fue comprando cintas de videos todos los años, cincuenta cintas por año. ¿Por qué querría Don Fulgencio cincuenta cintas de video todos los años?

La puerta comienza a abrirse y capto un olor a marihuana y perfume de fresa. Por fin ha venido, deseaba volver a verla.

- Hola, ¿cómo llevas el trabajo?-Su voz parecía más triste de lo normal, como algo tensa.

- Bien, aunque hay algo que no me cuadra. ¿Sabes porque no se ha contratado a ningún profesor en los últimos años? Y lo más importante ¿Por qué compra tu abuelo todos los años tantas cintas de video?

- Sí. Eso es dificil de explicar. Mi abuelo cambió mucho desde que mi madre murió. Desde entonces los profesores no han durado demasiado tiempo, al principio fue despidiendo a alguno, pero poco a poco ellos solos fueron desapareciendo. Yo no supe lo que les ocurria hasta hace poco. Mi abuelo ha diseñado un sistema de enseñanza en donde el mismo graba las clases y luego las proyecta para los alumnos.

- ¿Qué quieres decir con eso?

- Pues, eso, que los profesores se marcahron aburridos de mi abuelo y otros, pues bueno...

- ¿Pues bueno qué?

- Nada.

- ¿Cómo que nada?

- Pues eso, que nada. Porque no te ocupas de hacer otras cosas..

Ahora estaba tras de mí, acariciando mis hombros y lanzando bocanadas de humo que formaban una extraña espiral con la luz del flexo.

- ¿Te has dado cuenta?-me dice susurrándome al oído- Llevamos tres meses hablando y todavía no has visto mi rostro. Yo si te he visto a ti. Siempre que entro me encuentro con tu rostro iluminado por el flexo. ¿cómo te imaginas que soy?

- Nunca lo he pensado, simplemente me gusta escuchar tu voz pero no te he puesto un rostro-mentí. La había imaginado de todas formas posibles, con todos los detalles, con todas sus curvas.

- Podría tener el rostro quemado por algún accidente infantil o quizás me falte un ojo o una oreja. Aunque también podría ser la mujer más atractiva que hallas visto nunca. ¿no te gustaría averiguarlo?

- Sí, sería algo que me encantaría pero eso te corresponde a ti decidirlo.

- Creo que prefiero permanecer en la oscuridad.

Seguía acariciado mis hombros y una vez más sentí sus pechos clavados en mi espalda. No pude resistirlo, me giré y buscando su rostro en la oscuridad acaricie sus pechos. Ella me acariciaba con más intensidad y finalmente nos besamos. Su boca sabía a humo y tristeza y su cuerpo era suave, como una tela de seda recién estrenada. Acaricié su rostro. Estaba lleno de lágrimas.

-¿Por qué lloras?
-Porque estoy enamorada de ti y tú me has besado.
-¿Y eso es algo malo?
-Sí, porque él lo sabe y ahora vendrá a por ti como hizo con Avelino y todos los profesores.
-¿Quién vendrá?
-Mi abuelo. No le gusta que nadie me mire, ni me toque. Nunca he salido de este instituto.

Al decir esto la luz del flexo se apagó y un escalofrió recorrió mi espalda. Tras la puerta se comienza a escuchar unos pasos acercándose.

-Rápido tenemos que irnos de aquí. Agárrate a mi mano.

La cogí de la mano y caminamos hasta la puerta. Hizo girar la llave y salimos al pasillo. Todo estaba a oscuras pero se podía ver al final del pasillo una pequeña luz. Era la linterna de Don Fulgencio Colmenero que se acercaba hasta nosotros.
Caminamos en sentido contrario. Todo está a oscuras, no veo por donde vamos pero ella parece conocer muy bien aquellos pasillos. Entramos a otra habitación y nos escondemos tras una especie de estantería. Por debajo de la puerta puedo ver el haz de luz de la linterna, Don Fulgencio ha pasado de largo.

-No te muevas de aquí, voy a tratar de entretener a mi abuelo. Dame cinco minutos y depués lárgate de aquí, corre, no te detengas, abandona el instituto y no vuelvas jamás.

Quiero decirle algo, despedirme, besarla por última vez, pero ella ya ha salido de la habitación. Intento calcular el tiempo de cabeza. Todo esto me parece una locura, como algo irreal. No puede estar ocurriendo de verdad. Salgo de detrás de la estanteria, no veo nada, no escucho nada. Me pregunto si no será una broma de ella, ¿Por qué me he dejado mangonear así? Pasa el tiempo y empiezo a moverme a tientas por aquella habitación. De repente siento alguien detrás de mí, una respiración agitada que golpea levemente mi oído.

-Has tardado mucho, creo que vamos a dejar ya este estúpido juego de una puta vez.

No hay respuesta. La respiración es más agitada y su mano me recorre los hombros, baja por mi brazo derecho y se introduce en mi bolsillo.

-He dicho que lo dejes, no me apetece más seguir haciendo este tipo de gilipolleces.

Pero el silencio es cada vez mayor. La mano sigue moviéndose en mi bolsillo.
De repente se enciende una luz. Me encandilo. Con los ojos llorosos atino ver una figura delante de mí. Es ella, una chica morena, tremendamente bella, nunca la hubiera imaginado así, pálida, hermosa. Me mira fijamente y comienza a sonreir de forma grotesca. Doy un paso hacia atrás y palpo una tela áspera y vieja, una gabardina demasiado grande que esconde un cuerpo escuálido y encorvado. Siento su otra mano rodear mi cuello y apretar con fuerza mientras me susurra al oído: “Nunca debiste tocarla”


- FIN-

19 comentarios:

  1. (Tendrías que corregir gilipolleces y varias palabras en el último párrafo, que por errores, enturbian la belleza del texto: escandilo, cominenza).
    No me queda demasiado claro el significado del título.

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  2. No tengo perdón Maria Jesús, siento los errores. ya los he corregido. En cuanto al significado Don Fulgencio es una persona arcaica, alguién que se aprovecha de la buena intención de las personas llevándolos al extremo (trabajo mal pagado, condiciones precarias) y a su vez es una persona trastornada psicológicamente ya sea por sentirse despreciado por la sociedad como por el echo de que su hija muriera de forma repentina. convirtiéndolo en eso, en un coleccionista de bolígrafos rojos. Elimina a todo aquel que trabaje con él ayudandose de su seductora nieta, que en relidad no es más que fruto de la locura del abuelo.
    Mas o menos es lo que pretendía pero al tener que explicarlo soy consciente de que no lo he conseguido. A veces pasa, cuando uno escribe se cree que está haciendo las cosas bien y en realidad no es así. Gracias por abrirme los ojos y hacerme ver que el relato no es tan bueno como pensaba.
    Intentaré arreglarlo más adelante.
    Un abrazo.
    Fumador.

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  3. Tienes razón Madison, el humo, el fumador está rodeado de humo y a veces no ve las cosas con claridad, ni siquiera su propio rostro.
    Un abrazo.

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  4. ¡Pero vamos a lo que vamos¡ ¿Hay enamoramientos, amoríos, revolcones, vicio y lujurias variadas?
    Salu2

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  5. Pues me gustó el relato. Ahora que hemos llegado al final, queda todo claro.

    Pobre contable que, con el anzuelo de la lujuria, cae en las manos de la nieta y de Don Fulgencio, un par de locos sueltos en un instituto gótico.

    Un abrazo bien grande, pero que "muncho" enorme.

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  6. (Encandilo). Fumador, entendí el relato, lo que no entiendo demasiado es la colección de bolígrafos rojos ( el bolígrafo rojo, en la enseñanza significa corrección, falta de fondos culturales, falta de conocimientos) Como dice Isabel, en un instituto gótico (instituto imposible, tiene que ser privado), lo que pega son bolis negros, cadenas, la oscuridad que describes, la mugre...claro que silo pones a coleccionar ataúdes, igual das demasiadas pistas...

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  7. Hola Dyhego, en principio tenemos: Un medio enamoramiento con medio revolcón incluido, medio cuarto de vicio aliñado con lujurias variadas y ochenta kilos de asesinato, si lo mezclas todo tienes una buena ensalada. Jeje
    Un abrazo.
    Fumador.

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  8. Muchísimas gracias Isabel, tus palabras me dan "munchos" ánimos. Lo digo de verdad, siempre me alegras con tus comentarios y entradas.
    El contable no supo aguantar la tentación y le ha salido caro...
    Desde la casa de Gatsby el fumador te manda saludos y un abrazo muy muy fuerte.
    Fumador.

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  9. jeje, me alegro de que sí entendieras el relato Maria Jesús, me quedo mucho más tranquilo, como "Encandilado" jeje. Pensé que el color rojo siempre impone disciplina, intenta corregir nuestros errores y Don Fulgencio es una de esas personas que no tolera ningún error y anda siempre corrigiendo. Lo hice con esa intención pero también me gusta tu propuesta. La tendré en cuenta para cuando reescriba el relato.
    Gracias por sacar un poco la vara, ayuda mucho a mejorar y a despertarnos.
    Un abrazo.
    Fumador.

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  10. ¿Preparas una segunda parte? La palidez de la chica es una idea y una posibilidad. Un abrazo.

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  11. Nunca se sabe Madison...los amorios es algo inesperado, de todas formas nuestro contable creo que no va a poder disfrutar nunca más del amor...Ya veremos. Jeje.
    Un abrazo.
    Fumador.

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  12. Ramón, pues la verdad es que en principio lo escribí como un solo relato. No me he planteado hacer una segunda parte o alargar este y novelarlo. De momento lo voy a dejar así pero no descarto seguirlo algún día. Gracias por la sugerencia. Tendré en cuenta la palidez de la chica pero ¿Cómo algo macabro o cómo algo sutil y delicado? ahora mismo no se me ocurre nada.
    Un fuerte abrazo.
    Fumador.

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  13. Pero bueno, fumador, a qué tanta modestia. Es un relato gótico magnífico, con un estupendo desenlace. Los bolígrafos no pueden ser más que rojos, es el color que aterra en un instituto. Digo lo que en otras ocasiones, me falta leer...¡CONTINUARÁ!

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  14. Muchísimas gracias por tu palabras Thornton. Me han dado muchos ánimos y fuerzas. No se... a veces somos muy duros con nosotros mismos, pero creo que si no lo somos poco a poco nos vamos acomodando y no avanzamos nada más. Siempre se agradece unas palabras de ánimo como las tuyas. Te prometo que si algún día nos cruzamos te pago una cerveza. jeje.
    Un fuerte abrazo.
    Fumador.

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  15. No estoy absolutamente en nada de acuerdo con Maria Jesús. Propone un relato predecible ¿Bolígrafos negros? No lo veo claro. El color rojo es el que te hace, al principio del relato, no saber por qué tiene Don Fulgencio esa manía, ese afan de obligar a sus trabajadores a llevar obligatoriamente un bolígrafo de ese color, y te hace preguntarte ¿Por qué demonios rojo?

    Si le diera uno negro, todos por intuición sabríamos que es por su actitud oscura y apagada. Una imagen mas propia de un "best seller" que de la buena literatura.

    Señor Fumador, el relato es muy bueno. Sobre todo, porque no es un "best seller".

    Un fuerte abrazo, y un brindis por la grandeza.

    T.S.L.

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  16. Estimado Trovador, agradezco enormemente sus palabras, así como el calor que transmiten. Yo tambíen prefiero el color rojo, creo que concuerdan mejor con el personaje.

    Un fuertísimo abrazo y muchas gracias de nuevo.
    Siempre suyo.
    Fumador.

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  17. Perdonadme compañeros. Yo debo ser del mimo planeta que Quisque.
    Estoy de acuerdo con él en todo.
    Me gusta que fume, me gustan los bolígrafos rojos y su personalísima percepción para ver lo que no existe...o si...

    Yo debo ser paisana de Quisque.

    Muchos besos

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