viernes, 8 de enero de 2010

Bolonia: la realidad


Quisque camina, sin mirar a los lados traspasa el umbral de su encierro: luz y transitar de personas. La calle es larga y se prolonga en vertical con las dos torres que observaba desde su ventana. Duda sobre las dimensiones del espacio. Podría caminar por aquellas torres, como Alain Robert, pero salta hacia atrás. Una señora de pelo cano y cardado ha estado a punto de atropellarlo. Absurdo accidente. Qué cerca estamos siempre del desastre. La señora se aleja envuelta en un abrigo de piel gris y con los zapatos de tacón que brillan con la luz del sol. Ho fretta, scusi. Y se lanza por la calle transversal. Quisque busca un destino para aquella mujer en bicicleta y descubre la amplitud de las calles. Bolonia es inmensa, de anchas avenidas, de bicicletas veloces y señoras de piel gris. Busca un lugar donde sentarse. Los escalones desiguales de una plaza. Una estatua de Neptuno en el centro y multitud de lápidas que le rodean. No sabe si la ciudad es un museo o un cementerio. Sentado, se plantea: persona, personaje o fantasma. Mientras tanto aprovecha los últimos rayos de sol.

10 comentarios:

  1. Menos mal que no ha sido atropellado por señoras de pelo cano. Me sentiría culpable si así hubiera sido.
    Ansiosa, espero noticias de Quisque y de su estancia en Bolonia. Seguro que lo que nos cuente no tiene desperdicio.
    Un abrazo muy grande, Quisque.

    ResponderEliminar
  2. Sucumbirá al encanto de una anciana ciclista, ya lo verás, Isabel ( en el fondo los chicos echan de menos a mamá, aunque se hagan los independientes).

    ResponderEliminar
  3. Quisque se enamora de la señora en bicicleta, por supuesto. Se enamora de su abrigo de piel y sus tacones que pedalean. Quisque se enamora de todo lo nuevo, lo que renueva. Quisque se enamora de todo, incluso del aire fresco de la tarde boloñesa.

    Isabel, no te preocupes, ya ha habido más de un tonto accidente de este tipo en la Historia y nos ha dejado sin personajes importantes. Al final parece que nadie se sintió culpable.

    Quisque espera no defraudarse con su visita a Bolonia.
    Salud

    ResponderEliminar
  4. Qué razón llevas Mariajesús. Los jóvenes las buscan maduras. El secreto no se si será la maternidad, el complejo de Edipo diferido, la necesidad de aprender... No sé. A Quisque alguna vez fue atraído por encantos femeninos y puede afirmar que estadisticamente no existe una diferencia significativa en las edades de ellas. ¡Maldito Gauss y sus curvas!

    Saludos de atardecer

    ResponderEliminar
  5. Je, je, María Jesús, cómo calas a los chicos. Se nota que eres maestra.
    Y tú, Quisque, gracias por no despreciar a las maduras, pero con los ojos bien abiertos para las tiernas, que a saber si luego, una vez que seas grande, podrás enredar a alguna.
    Besos a todos. Os quiero.

    ResponderEliminar
  6. Quisque no se encuentra, os lo digo yo. No saber si una ciudad es un museo o un cementerio tiene delito, eso sólo podría pasarle al pobrecito hablador. La frase, de cualquier manera, es un hallazgo, eso está claro.
    Cuando Quisque se encuentre y deje de sentirse diminuto en Bolonia (lo de "diminuto en Bolonia" parece una pancarta universitaria) entonces sabrá qué es Bolonia. Entonces le tomará el pulso a la ciudad.
    De momento qué ganas de conocerla. Mira que soy un enamorado de Italy, siempre la vuelvo a empezar, por el mismo sitio: Roma, mi ciudad, Florencia, maravillosa, Venecia, pura escenario. O Milán. Pero nunca Bolonia.
    Quisque, puedes organizar una quedada en Bolonia. Somos capaces de convertir tu novela en una nueva entrada de las novelitas de Brown, por eso no nos invitas.
    De lo mejor que he leído sobre Quisque, sin ninguna duda. La ciudad le siente bien, te lo digo yo.

    ResponderEliminar
  7. Isabel, no hay que despreciar nada. Disfrutar la vida en todos sus aspectos es el principio y el final de todo. Las maduras, algunas vez me he preguntado qué significa esa palabra, pero siendo de campo mi padre me diría que si está madura hay que cogerla.

    Imagino un encuentro entre los tres en algún bar de tapas de Bolonia. Qué sorpresa, si alguna de sus premisas fuera cierta.

    Salud. Quisque

    ResponderEliminar
  8. Eastriver, qué delicia de comentario. Quisque no sabía que juntar palabras fuese tan divertido ni que pudiese sorprender a nadie con las suyas, pero de verdad que esta plaza está entre un cementerio y un museo. Ya seguiré contando, cuando vuelva en mi.

    Diminuto en Bolonia. Tiene gracia, Quisque se siente diminuto en todos sitios y no por baja autoestima. ¿Has conducido bajo una nevada, Ramón? Pues así, como los copos de nieve contra el cristal, se le viene la vida a Quisque. Todo sorpresa, riesgo, belleza y miedo.

    Salud Eastriver
    Quisque

    ResponderEliminar
  9. Parece que a Quisque le gustan las mujeres sazonadas, se ha fijado en exceso en la mujer de pelo gris. Estoy pensando que en el aeropuerto no era la niña su objetivo, era la madre la que le atrajo. En ese bar de tapas de Bolonia ¿caben cuatro?

    ResponderEliminar
  10. Hola Thornton. Voy pidiendo otra caña para tí, que no parece importarte tampoco la edad. A Quisque le gusta la belleza, la inteligencia, la seriedad, la elegancia, la alegría y esas cosas que es difícil contabilizar. Anda Thornton, pasa y vamos a ir preparando esa quedada en Bolonia a petición de Ramón.
    Salud

    ResponderEliminar