martes, 9 de marzo de 2010

Fumador al desnudo


El Fumador ha escuchado ruido en las escaleras. Asomándose por la mirilla ha visto a una joven que iba de piso en piso vendiendo algún tipo de revista. ¿Qué hacer? Podría simular que no está en casa, hacer como que el piso está deshabitado y ahorrarse soportar cualquier estrategia de marketing y terminar comprando algo que nunca ha deseado. Lo piensa por un momento. Por alguna extraña razón se le pasa por la cabeza la idea de desnudarse. Abrir la puerta completamente desnudo para recibir aquella vendedora cosmopolita. Sería una situación extraña. Ella en la puerta esperando, hasta que el Fumador abre, completamente desnudo. Ella haciendo un gran gesto con los ojos, el Fumador desnudo ante ella. Dada su experiencia como vendedora, que el Fumador ha supuesto que tendría, seguramente en un gesto rápido se mostraría seria y comenzaría con aquel discurso ortopédico, un discurso ensayado para vender revistas. Aunque el Fumador piensa que en algún momento de la conversación, presa de la curiosidad o tal vez sólo por un gesto espontáneo, ella agacharía la mirada para apuntar directamente a su entrepierna. Sería algo efímero, lo suficiente para comprobar que mocedades se ocultan en las bajezas del fumador. Algo que, en situaciones normales, permanecería oculto en los misterios del calzón. El Fumador ha seguido imaginando. Ahora se ha imaginado a ella también desnuda, con la melena rubia, con el rimero de revistas bajo el brazo. ¿Sería aquello marketing? Se ha imaginado a los dos hablando en el rellano de la puerta desnudos, hablando con naturalidad. Incluso se atreve a pensar que si ella fuera desnuda, el Fumador le compraría una revista y no sólo eso, se atrevería a bajar a la calle desnudo, con ella, con todo el mundo desnudo. La imaginación del fumador se ha desatado e imagina un mundo completamente en pelotas. Sin trajes, sin etiquetas, todos desnudos. Entonces ha recordado un relato que leyó hace tiempo en el que una extraña niebla se adueñaba de la ciudad y los habitantes, presas de la ceguera, acaban desnudándose y haciendo el amor los unos con los otros en una gran orgía en la que se había vuelto la ciudad. El Fumador recuerda aquella historia y el curioso final, ya que cuando un día la niebla desaparece, los habitantes, extasiados por tanto placer, deciden arrancarse los ojos para poder seguir disfrutando de la desnudez, de los cuerpos extraños.
El Fumador lo ha decidido, va a desnudarse. Lanza por los aires la camisa, los pantalones, calcetines y calzoncillos y completamente desnudo abre la puerta. Pero ya no hay nadie. Tal vez estaba tan ocupado imaginando su mundo que ha sido incapaz de escuchar el timbre, o tal vez, solamente tal vez, ella ha decidió no llamar, por si al hacerlo se encontraba, al otro lado de la puerta, un hombre desnudo.

16 comentarios:

  1. Yo sí abrí, en calzocillos, la puerta a "un" vendedor de aspiradores. Enseguida se fue, claro,jejejeje.
    Si hubiese sido la chica del Círculo de lectores la habría invitado a pasar,jejejejeje.
    Salu2

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  2. El fumador tiene una imaginación increíble, como increíble es su manera de llevarla al "papel". Yo creo que si llega a abrir la puerta desnudo a esa chica hubiese salido corriendo sin pensárselo dos veces. Es mucho mejor que la historia transcurriera en su imaginación, para poder poner el final al gusto.
    Disfruté leyendo.
    Saludos.

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  3. Jaja Dyhego, ¡eres muy grande! me hubiera gustado ver la cara que puso el vendedor de aspiradores. ¿Compraste alguno al final?
    Si alguna vez va la de circulo de lectores, intentalo, por lo menos para ver lo que sucede...
    Un abrazo.
    Fumador

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  4. Mercedes, ir vestido es lo que tiene...que tenemos que recurrir a la imaginación. Yo creo que ahí es donde se esconde la sensualidad, en imaginar...
    Si la vendedora hubiera visto al fumador como dios lo trajo al mundo creo que ahora estaría en manos de psicólogos...jeje.
    Gracias por tus palabras.
    Un abrazo.
    Fumador

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  5. En una ocasión escuché a Berlanga decir que tenía un sueño erótico muy recurrente. Encontraba a una mujer completamente desnuda, la llevaba a su casa y la iba vistiendo prenda a prenda.
    Aseguraba que era mucho más erótico vestir a una mujer que desnudarla.
    El cine de Berlanga me gusta pero sus sueños no los comparto.
    Un abrazo.

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  6. Thornton, no había escuchado eso de Berlanga, y como tu dices yo tampoco estoy deacuerdo...aunque me da risa pensarlo jeje. De sus películas, a excepción de la biografía de Blaco Ibañez, me gustan bastante.
    ¡Por los sueños, Thornton!
    Un fuerte abrazo.
    Fumador

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  7. Mejor así. Nuestra imaginación debe quedar sólo para nosotros, ya que es la única manera de que ocurra todo lo que nos de la gana.
    Aunque es verdad que a veces, no estaría de más que fuera realidad.

    Encantada de volver al mundo del blog, y de volver a leeros.

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  8. Me encanta la idea, amigo Fumador.
    ¡Ah, si nos quedáramos todos en pelotas, pero en pelotas metafóricas, qué caray!
    Todos desnudos, sin corazas, sin disimulos...
    Sería estupendo, como en ese relato que leíste.
    En fin, me contengo, no vaya a ser que me enchironen por vieja verde, jajajaja.
    Besicos.

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  9. Hola Lorena, la imaginación es nuestra, la forma con la que miramos la realidad, como escapamos de ella. Hay días que me gusta imaginarmelos, desde la cama, escuchando la lluvia resbalar por la ventana, días que son sólo mios.
    Bienvenida de nuevo, para nosotros siempre es un placer tenerte por aquí.
    Un fuerte abrazo.
    Culturajos

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  10. ¿Por vieja verde? ni hablar. Lo que estás diciendo son verdades como un templo. Todo el mundo desnudo, sin ataduras de etiquetas, todos a la plaza circular, a bañarnos en la fuente mientras arden nuestras ropas.
    Isabel, debemos convencer a la gente para que se desnude, crear un mundo sin ropa... Mejor paro, creo que me estoy poniendo perverso...jejeje
    Un beso amiga.
    Fumador

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  11. Que sí, Fumador, que nos entendemos, que abogo como tú por la desnudez limpia. Todos a La Redonda a darnos un baño de pureza.
    Besicos cómplices.

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  12. Qué malísima es la imaginación...

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  13. ... pero qué graciosos los momentos generados por ella.

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  14. Isabel, a partir de este momento queda inagurado el club de los desnudos. ¡Todos a la redonda!
    Un abrazo.
    Fumador

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  15. ¡Qué razón tienes Ramon! Imaginar es algo así com el buen comer, unas veces sienta bien y otras....jeje
    Un fuerte abrazo
    Fumador

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