jueves, 8 de septiembre de 2011

EL BIBLIORFANATO: García Márquez

Las esencias y los venenos no se venden a granel. Ir a la librería y comprar libros por peso, a razón de 10 euros el cuarto de kilo, nunca me pareció lógico. Será por eso que en los últimos días me he empeñado en la lectura de obras de pocas páginas y gran calidad. Pero como esto de la calidad se mide por criterios muy personales, dejaré que cada lector se encuentre con ellas y decida.



Como ya he comentado en otras entradas, este verano han pasado por mis manos Infecció y La gran novela sobre Barcelona de Sergio Pamiés, La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela, Alma de Javier Moreno, El último encuentro de Sandor Marai, Pedro Páramo de Juan Rulfo y, acabo de terminar de leer, El coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez.


De esta última no me voy a detener en mucho más que decir que es buena, muy buena, y que transmite muchas sensaciones en sólo cien páginas. Pero lo que sí quiero anotar aquí son las palabras que su autor le dijo a Manuel Pereira en 1979: “Yo creo que es mi mejor libro, sin lugar a dudas. Además, y esto no es una boutade, tuve que escribir Cien años de soledad para que leyeran El coronel no tiene quien le escriba” ¿Libros de kilo como cebo para los de cuarto? Mi abuelo pescaba al contrario, con pescados pequeños para coger los grandes, pero qué tiene que ver la pesca con la literatura.

martes, 6 de septiembre de 2011

EL BIBLIORFANATO: Juan Rulfo

No podría ser de otro modo. Juan Precioso es hijo de Pedro Páramo. Como sus apellidos indican es un hijo no reconocido legalmente, que crece y vive lejos de su padre. Al morir la madre de Juan Precioso, ésta le indica quién es su padre y el hijo se marcha a su encuentro.



Hagamos un juego con los apellidos. Juan es el hijo deseado, algo precioso, muy estimado que deja la huella de la memoria en su madre. Juan es el hilo de Ariadna que permite a la madre volver, regresar a su pasado, una patria de la que se exilió por algún motivo. Imagino que cuando alguien emigra es para buscar algo mejor o por huir de un mundo del que se ha visto expulsado. Así Juan reconduce los pasos de su madre hacia atrás, lleva el alma de su madre muerta hasta el lugar donde se desarrolló como persona. Pero cualquier regreso es peligroso. Juan se encuentra con el páramo, con el terreno yermo y raso en el que se ha convertido su origen. Juan se encuentra sólo, desabrigado, expuesto al pasado sin saber quién ni desde dónde le habla. Juan Precioso carga el alma de su madre y se ve envuelto en el mar de almas que quedan en Comala.



Pedro Páramo es el agujero negro, el vórtice, el personaje central de este pueblo imaginario. Páramo arrasa con todo: mujeres, tierras, hombres, animales y, en fin, deja asolada la tierra en la que vive. Comala es, desde el primero momento, un páramo. Comala y Pedro Páramo es el lugar arrasado de la memoria.



La memoria es ese lugar repleto de muertos, de voces, de murmullos que desde el pasado parecen reconocernos. La memoria es lo que nos impulsa a caminar, a regresar; pero también es la memoria homicida, la que nos asesina lentamente por el miedo a lo que fuimos. La memoria, ese lugar mítico donde residen todos nuestros muertos y los muertos de nuestros muertos, es Comala. Regresar a ella tiene sus costes. Regresar supone pagar un peaje.


Juan precioso regresa a Comala, a la memoria, a la historia de la familia y desde allí nos narra la historia de un lugar, de un pueblo, de un modo de vida. Desde Comala nos habla como un muerto que habla con los muertos.



Pedro Páramo, de Juan Rulfo, es el veneno de la escritura. Cien páginas de creación, imaginación, historia y pasado.